miércoles, 11 de marzo de 2015

El peculiar separatismo del régimen



De tanto insistir con el cuento de una acción separatista que habría dividido al país de no haber sido su “oportuna” intervención –tan formidablemente desarrollada que el presidente Morales daba parte de la misma al finado Hugo Chávez en Venezuela en una virtual simultaneidad con los hechos aún en curso- que se llevó a cabo mediante ejecuciones extrajudiciales y detenciones, y que derivó en juicios, extorsión gubernamental, acuerdos de autoinculpación y enjuiciados que no transan su honor y presunción de inocencia por penas livianas, el régimen, en virtud de los caprichosos senderos del lenguaje, ha acabado encarnando –aunque no por los motivos que endilga a los acusados de referencia- en la expresión más acabada del “separatismo”.

Tan burdo ha sido –y continúa siéndolo- el proceso que el régimen se empeñó en llevar en su afán de asestar un palazo al liderazgo cruceño –consiguiendo aturdirlo parcialmente-, haciendo de acusador y extorsionador sin rubor alguno, que con cada procesado que se declara culpable para salir del encierro, debe sentir algo más de alivio a su vergüenza.

Sospechosamente, la ola de autoinculpaciones se da cuando el régimen se encuentra contra las cuerdas por la descomunal corrupción en el Fondo Indígena y cuando las perspectivas electorales le son absolutamente desfavorables. Entonces intenta desviar la atención, por un lado, y desacreditar a un opositor ampliamente apoyado; y para esto último recurre a su política “separatista”.

En efecto, el régimen ha optado por la publicación de separatas, de tipo propagandístico –aunque sin mayor impacto- como la que se contrató por un estimado de $us 300 000 al New York Times, de tipo histórico como la que circuló junto a El Mercurio de Chile –interesante, pero de dudoso efecto en la Corte de La Haya, que se restringe a argumentos jurídicos- o de tipo difamatorio como la que dedica al candidato Rubén Costas para desestabilizar su candidatura a la Gobernación de Santa Cruz.

Buen intento se diría de esta última, pero su efecto ha sido el contrario al que el régimen quiso dar: Costas, lejos de caerse, ha escalado unos puntos más en su carrera hacia la gobernación cruceña ¡gracias al separatismo del régimen!.

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