Es un secreto a voces que el régimen está considerando un
adelantamiento de las elecciones generales previstas para el próximo año. Y no
le sería difícil conseguir que sea así: tiene aún mayoría en el Legislativo y
maneja al órgano electoral como a un juguete.
Mediante operadores de tercera línea ha hecho correr el
trascendido de que se lo haría en razón de que podría ocurrir una segunda
vuelta y, si se mantuviera la fecha original –diciembre de 2014- el Presidente
o Presidente que emergiera del balotaje no se posesionaría en enero, por
motivos simbólicos.
Pueril y cándida argucia con la que el propio régimen se da
de nariz contra la pared pues es una explícita admisión de que habrá una
segunda vuelta, lo que pone en evidencia que ni él mismo cree en un triunfo en
la primera, contradiciendo con el trato displicente con que se refiere a la
oposición, a cuyos representantes no baja de cacasenos.
Más aproximada a su verdadera intención para adelantar la
fecha de la elección –más aun conociendo su peculiar inclinación al dolo- es la
versión que dice que lo que quieren Morales & Compañía es, asumiendo que la
re-reelección que forzaron tramposamente ya está en su bolsillo, argumentar
luego, como ya lo hizo, que se le recortó este periodo y, al no haberlo
completado no existió nunca, por lo que Morales puede habilitarse a una
re-re-reelección. Estrategia envolvente, que le dicen.
Lo que a mí me late es que el régimen está en una carrera
contra el tiempo y que día que pasa pierde lo poco que ya le queda de capital
político –el simbólico lo tiene irremisiblemente perdido- y por mucho que se
empeñe –lo único que aún lo sostiene es la cola de la bonanza externa reflejada
en el país y las FFAA- no llegará con oxígeno suficiente a diciembre de 2014.
Por otra parte, necesita evitar, a cualquier costo, la
formación de un bloque de unidad que le arrebate la mayoría en el senado y,
eventualmente, el propio Gobierno. Mientras de menos tiempo disponga un
proyecto de esta naturaleza hasta las elecciones, mejor para el régimen.
Necesita asimismo evitar, en lo posible, que el impacto
negativo de acciones como Chaparina, “Bolivia cambia…”, “Hotel Las
Américas”, persecuciones, etc. cuyo
dominio se le ha escapado de las manos, desportille aún más su ya machucada
imagen.
El régimen está angustiado, pero lo disimula muy bien.