Otra gestión que concluye y la tercera que me ocupo de
caracterizar con una sinécdoque (la parte por el todo), producto de las
acciones que el propio régimen se encargó de ponerle firma.
Así, para quien escribe, y a manera de no olvidarlo, 2010
fue el “Año del Rodillazo” en alusión al artero golpe de rodilla que Su
Excelencia propinó en los testículos a un eventual rival deportivo que osó
“robarle” el balón. Esta actitud pinta de cuerpo entero el modo arbitrario en
que el régimen entiende y practica el poder.
2011, en la misma línea, fue el “Año del MASking”, en
referencia a la brutal represión de que fueron objeto los marchistas del TIPNIS
en la localidad de Chaparina, cuyas bocas fueron selladas con cinta “masking”,
clara representación de la postura gubernamental sobre la libertad y los
derechos humanos.
Dichas caracterizaciones no me significaron dificultad
alguna; eran imágenes que gritaban su elección.
Elegir la de estos doce meses fue un poco más complicado,
dado que las candidaturas en juego mostraban, todas, un vigor inusitado.
Finalmente, tres finalistas quedaron en competencia y de ellas emergió la más
emblemática.
Pensé en el “Año sin calzón”, a raíz de las coplas
carnavaleras que se despacharon el Presidente y sus ministras sacando a relucir
todo su machismo, el primero, y su
alcahuetería, éstas.
También consideré el “Año de la flojera”, merced a que el
Primer Mandatario atribuyó esta calidad a los habitantes del oriente del país,
para luego enjuiciar a los medios que dieron cuenta de tal apreciación
presidencial.
Por último, me decidí por el “Año de la Caca”, en
alegoría a la expresión del señor Morales respecto de Estados Unidos.
Se suele decir, sin embargo, que las palabras pueden
volcarse en contra de quien las profiere. Así ocurrió con las escatológicas
expresiones presidenciales: de pronto, como una emanación del subsuelo a causa
de una presión incontenible, la materia fecal que escondía el régimen en varias
de sus estructuras –Ministerios de Transparencia, de Gobierno y de la
Presidencia, principalmente, amén del Órgano Judicial- salió despedida con gran
estrépito provocando la repulsa generalizada de la ciudadanía.
Total que, para mí, 2012 fue el “Año de la Caca”
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