Probablemente “El Príncipe” sea el producto de la
consultoría –oficiosamente elaborada por Maquiavelo mientras pasaba el tiempo
entre rejas- más perdurable de la historia. Las prescripciones, fórmulas y
recetas que contiene son frecuentadas por príncipes chiquitos de toda laya para
engordar su poder y perpetuarse en él.
Podría decir, a manera de muletilla, que si lo que vendrá
a continuación guarda alguna semejanza con la realidad es pura
coincidencia, pero no me saldría muy
natural; es que la apropiación que ha hecho el régimen de la rancia consultoría
de don Nico es tan deliberada como sistemática en su aplicación, casi de
manual, de texto de cabecera.
Don Nico, que sólo quería agradar a don Lorenzo, vería
espantado cómo sus recomendaciones son asumidas sin el menor empacho por el
Gobierno de un país que ya las había superado con la llegada de la democracia
que hoy, pronta a cumplir 30 años, se encuentra herida de muerte.
Repasemos, puestas en términos coloquiales, algunos de
los consejos nicolescos –mejor conocidos por sus connotaciones perversas como
“maquiavélicas”-:
- Sostener un
ejército poderoso. Paraguay no
debería preocuparse, el régimen se porta regalón con las FFAA sólo para
amedrentar a la población local… no le alcanza para más, pero con esto
tiene suficiente.
- Dividir para
reinar. Su accionar respecto del TIPNIS es el súmmum de la dichosa receta.
- Controlar la
distribución de noticias. Anda “de compras” hace años y hace la norma a su
medida. Ver “Ley de telecomunicaciones”.
- Emplear hábilmente
la propaganda con el fin de convencer al pueblo de que es libre. ¿Alguna
duda sobre este punto?
- Presentarse a sí
mismo como defensor de los débiles, de la justicia, del derecho, de la
libertad, de la cultura y del progreso. Todo esto bien etiquetado como
“proceso de cambio”, el eslogan político más exitoso de los últimos veinte
años.
- Desprestigiar a
los opositores, describiéndolos como enemigos de la humanidad, de la
libertad y de la cultura. Y no sólo eso…
- Eliminar sin
asco a los posibles rivales. Perseguirlos, enjuiciarlos, acosarlos, golpearlos.
- Hacer exhibición
impúdica de su poder. Ver: “boda”.
No, no se trata de pura
coincidencia.
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