jueves, 16 de agosto de 2012

Atisbos de cordura



A riesgo de pasar por ingenuo como ocurrió con quienes se adelantaron a echar flores al tribuno Gualberto Cusi cuando, en un arranque de independencia, puso en evidencia la injerencia del régimen en el TSE. Este grotesco personaje no aguantó un “buhhh” de quienes lo pusieron en el cargo y volvió a jurar fidelidad (sumisión) al “proceso de cambio”. Lo siento por aquellos que pensaron que un poco de sensatez asomaría en las enrarecidas filas del MAS.

Podría ocurrirme algo parecido y acabar yo como ellos, totalmente abochornado, pero igual nomás le voy a meter… -se me hace conocida esa frase-.

Comencemos mencionando algo que marca una diferencia cualitativa en la línea oficialista sobre el caso del asilado político Róger Pinto. En mi criterio, merecían mucha más importancia de la que se las dieron las apreciaciones de la Presidenta  de la Cámara de Diputados al respecto. Doña Rebeca Delgado, en lúcido mea culpa, ha dado la razón a Pinto por cumplir con el deber de denunciar a las mafias del narcotráfico afincadas en el país. “No por ello se le va a entregar una medalla”, agregó. Tengo la impresión de que el senador perseguido no espera una medalla. Su petición es más simple: que cese la persecución política en el país.

En otro ataque de institucionalidad, la Gobernación de Chuquisaca, a través de su Secretario General, Ever Almendras, reconoció, luego de más de 700 días en los que sistemáticamente el régimen anduvo dando largas, que tiene una cuenta pendiente con Soboce a raíz de la reversión de sus acciones en Fancesa. Es un buen comienzo que, espero, llegue a buen final con una cabal compensación a la empresa cementera más importante del país.

Finalmente, en este oasis al cabo de seis años de atropellos plurinacionales, saludo, no tanto la designación de la nueva presidenta del órgano electoral como la salida del sujeto que ejercía el máximo cargo del mismo hasta el jueves pasado. ¡Qué tipo para ser lambiscón!. Con que la señora Velasco muestre dignidad personal ya será una señal de esperanza; por lo pronto, aunque estoy consciente de que le debe la vocalía al régimen, merece el beneficio de la duda. Por sus actos la conoceremos.

Después de seis años de k’aiqearnos, hace bien un poco de esperanza.

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