Foto: El Deber
Domingo, 7 de marzo, horas 21:30. El jefe de campaña del MAS se declara contento con los impresionantes resultados obtenidos por sus candidatos en grandes municipios y en la mayor parte de los departamentos. Su cara de entierro, sin embargo, no condice con sus palabras, luego desmentidas por las verificadoras de noticias y por el escrutinio oficial. Dicho esto, horas más tarde, cual es costumbre suya, huye a Argentina para presenciar un partido de fútbol, pese a su esmirriada economía, lindante con la miseria, según confesión propia. Morales Ayma, maña y lujuria hasta la sepultura.
La idea del oficialismo era la de sumar, a cualquier precio,
el control de ciudades y departamentos al del Gobierno central y, con ello, ampliar
el centralismo –coordinación, en sus términos- con la sumisión de los noveles
subnacionales a las decisiones del Ejecutivo central –ese régimen tiene nombre
y usted lo conoce- y, de paso, reafirmarse en la patraña del relato del “golpe”
que intentó sostener estos meses. El involucramiento del Presidente en la
campaña no hizo otra cosa que desportillar aún más su ya venida a menos imagen.
Todos esos shows del gobernante y los candidatos azules en los centros de
vacunación, tomándose fotos en dichos ambientes para exhibirlas como
propaganda, desaparecieron al día siguiente de la elección. El chantaje tuvo
dos efectos contrarios a los deseados por Arce y Morales Ayma: certificó que el
triunfo del primero en la elección nacional no fue por mérito propio, sino
consecuencia del voto-castigo a la gestión transitoria de Jeanine Áñez quien se
extralimitó en sus atribuciones, dada la función precisamente transitoria de su
gobierno (aunque, a la distancia, ciertas acciones de este periodo, sobre todo
las relacionadas al manejo de la pandemia –manchadas por el caso “respiradores”-
parecen brillar frente a las de “aguante” propuesto por Arce- y, segundo,
sepultó la narrativa del “golpe”.
Salvo para la Gobernación de Cochabamba, para la que el
oficialismo obtuvo una contundente victoria, merced a que allá se encuentra la
zona del Chapare, último reducto del masismo, en el resto de departamentos, los
resultados para el MAS van de discretos para abajo. Y si consideramos los
ingentes recursos (económicos y políticos) desplegados para cooptar gobernaciones
y alcaldías en juego, su derrota es humillante.
Haciendo de tripas corazón, el Gobierno central y, por
supuesto, las autonomías gobernadas por la oposición, deberán coordinar como
dispone la ley, máxime en un escenario tan adverso sobre todo en materia de
economía, para beneficio de la población.
Arias, Camacho, Reyes Villa, Copa, Llaly… El voto obtenido
por estos y otros actores directa o indirectamente ligados a lo que el
oficialismo denomina “golpe” echa por tierra tan peregrina manipulación
instrumentalizada desde los estrados judiciales sometidos al MAS. Una inmensa
mayoría de ciudadanos de las urbes apoyando en las urnas a “golpistas” hace
insostenible la patraña del poder político en ejercicio que, en lugar de gastar
energía en persecución política debería concentrarse en resolver el problema
mayor de este y los próximos años: la economía, que no puede ser considerada al
margen de la salud.
Apunte final: las tan satanizadas encuestas mostraron esta
vez mayor consistencia que en anteriores oportunidades; los apellidos
mencionados en el párrafo precedente dan cuenta de ello. Así lo certifica la “verdadera
encuesta”, la del domingo 7 de marzo. Tenemos por delante, a menos que se nos
crucen referéndums o Asamblea Constituyente, cuatro y medio años sin
elecciones. Aprovechemos este tiempo para construir institucionalidad desde las
entidades autonómicas.
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