Luego del despilfarro de 27 millones de
bolivianos en un sainete de mal gusto publicitado como “elecciones primarias”
–las únicas en el mundo con fórmula única- podemos, sin embargo, extraer
algunos preocupantes indicadores de que, si las cosas siguen así, la ciudadanía
está completamente inerme ante un organismo –llamémoslo “grupo de Choque”-
absolutamente sometido a los designios del caudillo en ejercicio del poder.
Este grupo de Choque no tuvo el más mínimo
empacho en insistir con la realización de dicho atropello al sentido común, en
principio, y de declararse incompetente –lo es, pero en otro sentido- para
pronunciarse sobre las contravenciones del oficialismo a la ley de régimen
electoral, cuando ya había jurisprudencia que el propio TSE había sentado –en
sentido contrario, o sea contra la oposición-. Un miembro del grupo de Choque
dijo algo así como “no somos árbitros…” ¿No se enteró dicho personaje que
justamente la labor que desempeña en materia electoral es la de árbitro y que
todo asunto que concierne a dicha materia está bajo su jurisdicción?
Que, no obstante el empecinamiento del régimen
en forzar al grupo de Choque a realizar tales “primarias”, a su fórmula única
le fue como la mona –salió segundo corriendo solo- buscando la legitimación de
sus ilegales candidatos, es otra cosa.
Y aquí entramos a un tema muy delicado. El
periodista Mario Espinoza lo puso sarcásticamente en su cuenta de Twitter:
“Menos mal que terminó el escrutinio. Dos días más y el MAS termina con el 200%
en las urnas”.
Tan pronto como el horario lo permitió se dio a
conocer el resultado del conteo rápido, a boca de urna, que arrojaba que un 33%
de militantes del MAS había acudido a los centros de votación (un 67% le dio la
espalda al Jefazo), del cual una cantidad relativamente significativa, votó en
contra de los propios usurpadores de la voluntad popular. Admitiendo un margen
de error razonable, tal porcentaje podría haber quedado en 35% (o, hacia abajo,
en 31%); pero, misteriosamente llegó, tras una reunión de Choque en el palacio
de Evo, ¡al 45%!
El régimen, vía grupo de Choque, toma una vez
más como por tonta a la ciudadanía. Astuto como es –cómo negarlo- el régimen
debe estar urdiendo cómo evitar estas brechas entre las cifras reales de un
sufragio y las que, luego de la inyección de “Vótox” masista, se consignan en
el informe oficial.
Tengo casi la certeza de que el régimen, a
través de su grupo de Choque, le está poniendo el ojo al conteo rápido y ya
debe estar ideando la forma de justificar una probable eliminación de dicho
mecanismo de seguimiento electoral que ya tiene una práctica consuetudinaria
–para bien- en nuestro medio. Ciertamente antes era mal utilizado porque se
difundían resultados antes del cierre oficial de la jornada de votación, pero
con la prohibición de hacerlo así, se ha convertido en uno de los más efectivos
métodos de control de la transparencia del acto electoral. La alarma está
activada para que la ciudadanía no se deje sorprender con tal atropello.
Otro mecanismo de transparencia al que
disimuladamente –evitando la presencia de delegados de partidos, por ejemplo-
le ha puesto trabas el régimen es a la preclusión; es decir, a la imposibilidad
de modificación ulterior del resultado registrado en el acta (dejando un
resquicio para actas con alguna observación).
Así de grave es el panorama que podría venirse
–peor aun cuando el régimen, poniendo a su ficha estelar, se sabe perdidoso.
Imaginemos lo que le ocurrirá a su candidato legal-.
Algo saludable que debería ocurrir es la
remoción del grupo de Choque permitiendo que un tribunal de notables se haga
cargo de las elecciones de este año.