miércoles, 19 de diciembre de 2018

2018: el año de la doble pérdida




Por novena vez consecutiva realizo hoy la caracterización del año que se va según mi percepción, que no siempre coincide con la de los anuarios de rigor. Entiendo que el título ya indica hacia dónde quiero llegar pero, como lo he venido haciendo desde anteriores ocasiones como ésta, haré una apretada síntesis –tarea cada gestión más delicada, dada la limitada extensión de una columna-. Este ejercicio nos traerá a la memoria hechos que, por la dinámica de la política, en la cual unos hechos son cubiertos por otros, se fueron borrando de aquella.

2010: “el año del rodillazo”. Ocurrió durante un partido de fútbol en la cacha Zapata; el equipo presidencial se enfrentaba al municipal. Con pelota detenida –agravante en hechos de este tipo- el señor Morales Ayma propinó un alevoso rodillazo en la zona del bajo vientre (en los testículos, vamos) a un rival. La escena se propagó por todas partes causando repulsa generalizada. Esta acción retrata con precisión la posición del aludido respecto de las reglas –del fútbol, en particular, y de la administración del Estado, en general-.

2011: “el año del MASking”. Fue el periodo en el que el régimen, arguyendo luego que se había roto la cadena de mando, desató una brutal represión contra los marchistas del Tipnis en la región de Chaparina. Una de las formas de tal represión consistió en sellar las bocas de los indígenas de tierras bajas con la cinta conocida como “masking”.

2012: “el año de la caca”. De dicha manera –caca- calificó a las relaciones de Bolivia con Estados Unidos el Jefazo, haciendo gala de su florido lenguaje diplomático.

2013: “el año de la extorsión”. Lo caractericé así debido al escándalo de proporciones gestado desde las propias entrañas del régimen. Recordemos que al interior de éste se organizó un consorcio mafioso dedicado a extorsionar a reos prometiéndoles influir en la justicia para absolverlos o favorecerlos de alguna manera. Uno de ellos, a quien se debe el descubrimiento de esta lacra, fue Jacob Ostreicher, luego de la visita del actor Sean Penn, a quien el caudillo había otorgado el pomposo título de “Embajador del Estado Plurinacional para las Causas Nobles”.

2014: “el año del Estado Plurinominal”. Hace cuatro años, el Gran Impostor, se postuló ilegalmente a los comicios presidenciales –sus peleles del TCP así lo ordenaron y sus serviciales del TSE lo ejecutaron-. Estos últimos mandaron a imprimir la totalidad de las papeletas de votación con el rótulo de “Estado Plurinominal de Bolivia”. Un acto electoral que debió haber sido declarado nulo.

2015: “el año de Petardo”. Un can adoptado por marchistas potosinos, a quienes acompaño en su periplo a la sede del Gobierno, captó la simpatía de la ciudadanía hastiada de la manera cómo el régimen ostentaba su poder basado en corrupción. Aún estos días, Petardo simboliza la lucha por la democracia y la repulsa a la corrupción masista.

2016: “el año NO-Evo”. Hoy conocido como 21F, el referéndum convocado por el régimen con el propósito de desconocer el artículo 168 de la Constitución para forzar la reelección del Gran Hermano, resultó un revés para tales aspiraciones. La ciudadanía decidió que el sujeto volviera a su cato de coca el 22 de enero de 2020, como él mismo lo había manifestado.

2017: “el año del nulo”. En línea con el hecho precedente, la población dio una paliza al régimen en las “elecciones judiciales”. No obstante la contundencia del rechazo y de los mensajes adversos al Gobierno, éste impuso, como lo había hecho anteriormente, a sus operadores judiciales.

Y llegamos a 2018 como “el año de la doble pérdida”. El régimen perdió el juicio en La Haya y con ello se cerró toda posibilidad de salida al mar –al menos por el lugar y las condiciones exigidas por Bolivia- y, por otra parte, la democracia ha sido secuestrada por el mismo. Sobre lo primero, sanseacabó. Sobre lo segundo, la lucha por su recuperación ya ha comenzado.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Bolivia: sin mar y sin democracia


¡Qué tormentosa manera de acabar el año! Apenas nos reponíamos del fallo de La Haya que puso fin, definitivamente, a las esperanzas de retorno al mar merced a una pésima gestión diplomática y legal a cargo del régimen y sucede que el propio régimen le asesta un artero golpe a la democracia.

Sobre el primer hecho, resulta que mientras Chile obraba con cautela y habilidad, el señor Evo Morales Ayma realizaba campaña política interna con el tema marítimo creando expectativas desmedidas, provocando estériles entredichos, frivolizando tan serio asunto y organizando ridículas exhibiciones. Utilizando, sin rubor alguno, la causa más sentida de los bolivianos en beneficio de su grotesca imagen de dictador de circo.

Dicho individuo no tuvo reparos en engañar a la ciudadanía asegurando que este año el país contaría con una salida soberana al Pacífico. En su saludo de Año Nuevo tuvo el tupé de llenarse la boca de vituperio –alabanza en boca propia lo es- manifestando “En algún momento del año entrante Bolivia festejará con todo las buenas noticias desde el tribunal de La Haya” (“Morales asegura que Bolivia volverá al mar en este 2018” -El Potosí, enero 2 de 2018-) y rebuznando que tenía el respaldo de “cincuenta presidentes del mundo” a la demanda.

A tres semanas para la conclusión del año no hay grandes señales de que ello vaya a ocurrir; es más, con su llamado a “mantener el diálogo”, la Corte Internacional de Justicia dio por zanjado el pleito en favor de Chile cerrando toda posibilidad de que el reclamo boliviano fuera atendido, condenando a Bolivia a la eterna mediterraneidad. Chile obró con sigilo y efectividad; el régimen masista lo hizo con absoluto hualaycherío.

¿Quéste esos cincuenta presidentes del mundo que no salen a reclamar por el “injusto” fallo? Una vez más, la ciudadanía fue burlada por dictador quien, para reponerse del tropiezo en su proyecto de permanencia eterna en el poder acudió a los órganos sometidos a su voluntad para, dos meses después, hacerse habilitar para un cuarto periodo presidencial violando todo principio de legalidad y de respeto a la decisión popular de no permitir tal violación al estado de derecho.

La sola admisión de la inscripción del binomio interdicto ya era una señal de la anomalía institucional del Tribunal Supremo Electoral, una muestra de su servil sometimiento a los dictados del tirano, como anómala fue la convocatoria, tras una reunión de los golpistas con su amo, en la residencia presidencial, a elecciones primarias antes de la aprobación del reglamento que las sustentara.

Pero, además, el golpe artero se produjo, a la mejor manera de los delincuentes, “entre gallos y medianoche”, lejos de la sede central del TSE ubicada en la plaza Avaroa, fuera de horario laboral, rompiendo su propio anuncio de informar sobre las duplas habilitadas –sábado 8 de diciembre-, horas antes del tratamiento de la demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para inhabilitar al dictador Morales Ayma y a su socio, y dos días antes del arribo a la sede del Gobierno de los marchistas que exigen el respeto a la voluntad popular expresada el 21 de febrero de 2016. Más mala fe no puede haber.

Como expuse en las redes, así como algunos adictos a las drogas son capaces de cometer crímenes atroces para continuar con su vicio, el tirano, para satisfacer su adicción al poder, ha asesinado a la democracia –y, en el camino, ha dejado a Bolivia sin posibilidad alguna de acceso al mar-.

Se ha iniciado, entonces, el proceso de reconquista de la democracia en el que la ciudadanía sabrá poner al dictador en el basurero de la historia.