Los guarismos que emergieron de las urnas confirman una
estrecha pero determinante victoria del “No”, aunque muy alejada del deseo
expresado por el señor Morales que pedía un 70% a favor del “Sí”.
Quien hizo el análisis del comportamiento del rechazo al
régimen en consultas precedentes –elecciones judiciales, referéndum autonómico-
a la que acabamos de acudir, tuvo que percibir la consistencia del mismo. Se
decía que el gobierno perdía tales comicios porque en éstos no estaba en juego
la figura del caudillo. Ahora sabemos que aun cuando este referéndum no ponía
en cuestión su actual periodo (aunque yo sigo sosteniendo que es ilegal), fue
el propio Morales –“Es para saber si me quieren o no me quieren”- quien lo convirtió
en plebiscito involucrándose a fondo en la campaña. Se cae, entonces, el mito
de la invencibilidad del jefazo. Contribuyó a esto el perfil bajo de los
actores políticos, evitando el escenario en que mejor se mueve el hombre: el de
la polarización. Ante la ausencia de contraparte política, el régimen sólo
atinó a dar palos de ciego.
Sin embargo, su principal error no ocurrió durante la
campaña; el error fundamental fue la madrugadora convocatoria a la consulta.
Con la tendencia favorable al “No” instalada desde un principio, los escándalos
y la tragedia ocurridos sólo hicieron que la distancia que lo separaba del “Sí”
se consolidara.
Entre las consecuencias que traerá este resultado están,
por ejemplo, además de ponerle fecha de caducidad a la dupla Morales-García,
una deslegitimación prematura del régimen que lo obligará a cambiar de actitud
en lo que le queda de mandato. Proyectos repudiados por la ciudadanía, como el
centro nuclear o la carretera por medio del TIPNIS tendrían que cancelarse de
inmediato. Asimismo debería frenarse la construcción del faraónico palacio
aledaño al actual palacio de gobierno –tendría que procederse a una inspección
de la Alcaldía para conocer la situación y el respaldo legal de las obras-.
Debería cambiarse el tipo de uso del edificio de Orinoca –a centro de
rehabilitación de drogodependientes, por ejemplo-. Se tendría que declarar
amnistía general e irrestricta para todos los perseguidos políticos –tanto los
que se encuentran en el exilio como los procesados dentro del país-; avanzar,
efectivamente, hacia un proceso de reconciliación nacional.
También debería establecerse una comisión de la verdad
independiente que investigue todos los casos de corrupción, discrecionalidad y abuso
de poder en los que incurrió el régimen.
Buscaban forzar otra reelección y la ciudadanía les dio
una re-lección.