Tal como lo vengo haciendo cada cierre de gestión, desde hace
cinco años, vengo a ofrecer mi personal caracterización –ya adelantada por el
título- del retrogusto que nos dejaron estos últimos 12 meses.
Sin embargo, a manera de refrescar la memoria, haré un
breve repaso de aquello que consideré como (in)digno de recordar los anteriores
balances.
Señalé a 2010 como
“año del rodillazo”, en referencia a la ocasión en la que la primera rodilla
del Estado fue a estrellarse contra los testículos de un deportista que tuvo la
mala idea de marcar, quitándole la pelota, a su poseedor. Tal hecho, decía,
expresaba el modo arbitrario en el que el régimen entiende y
practica el poder (“le meto no más”). Desgraciadamente, lejos de amainar, esta
actitud se ha pronunciado más aún.
Califiqué
a 2011 como “año del MASking”, en alusión a la represión orquestada por Sacha
Llorenti en Chaparina –recientemente, el ex comandante de la Policía, Muñoz, ha
vuelto a asegurar que el actual embajador ante la ONU fue quien dio la orden
para ejecutar la salvaje operación-. Recordará usted la manera en la que fueron
sellados con masking los labios de
los indígenas: clara representación de la postura gubernamental sobre la
libertad y los derechos humanos.
Indiqué
que 2012 fue “año de la caca”, citando textualmente una escatológica
declaración de la primera boquita del “Estado Plurinominal” respecto de las
relaciones con Estados Unidos. Ya hay señales, no obstante, de que
el nuevo contexto obligará a Morales a comerse sus palabras, contenido
incluido.
Caractericé
2013 como “año de la extorsión”, aún fresco en la memoria por lo que no
abundaré en mayor detalle, salvo mencionar que un sospechoso silencio se ha
instalado respecto de la red gubernamental de extorsión.
Y acá
estamos, denominando 2014 como año del “Estado plurinominal” en obvia
referencia al desastroso desempeño del órgano electoral, cuya idea de cambiar
el carácter del Estado en la papeleta electoral fue apenas una –la más grave
por las consecuencias jurídicas implícitas- de muchas barbaridades que cometió.
Total,
que así fuera muy legítimo, tendremos un Presidente doblemente ilegal: primero
haber violado la CPE para habilitarse a la re-reelección y luego por ser mandatario
de un Estado alterado.