Durante la dictadura de Hugo Banzer se emitió un decreto-ley (como se llamaban estos espurios instrumentos en ausencia de poder legislativo) llamado de “Servicio Civil” que no era otra cosa que un mecanismo para cubrir con un manto de “legalidad” el colaboracionismo de políticos, militantes e “independientes”, que eran “obligados” a asumir puestos de responsabilidad en el Gobierno.
Bajo esta modalidad, a varios civiles “no les quedó otra” que aceptar –haciendo gala de tanto sacrifico por la patria- la conducción de ministerios, subsecretarías, direcciones y gerencias del aparato estatal. Una negativa sería, sin duda, una grosera transgresión al orden.
Afortunadamente, ese tiempo es pasado y vivimos, por lo menos formalmente aunque día que pasa se está pareciendo a aquel, un tiempo de democracia y, que se sepa, no es necesaria una norma como la mencionada: ahora, el asunto es menos sofisticado; la cooptación, cotidiana, y al parecer los conversos no oponen gran resistencia… hasta parecen voluntarios. Así pues, “independientes”, intelectuales y activistas retribuyen con su silencio la comodidad del despacho oficial.
¿Cómo es que vengo a enterarme del asunto? No crea usted que quiero cargar tintas contra nuestro agente y embajador Rodríguez Veltzé -creo que el suyo es un caso especial, aunque déjeme susurrarle que fue la segunda opción del régimen, dado que la primera personalidad a la que el régimen tentó con el primer cargo (el segundo viene por añadidura) lo desairó declinado diplomáticamente la gentil invitación-. Constatación: no es obligatorio, pero no sé si ésto es un descargo o un agravante para quien cae ante los encantos del poder.
Es que no hace mucho me preguntaba a qué se debía el silencio de algunos conocidos –amigos casi- que a través de sus publicaciones en papel o en las redes, lo menos que escribían sobre el régimen era que éste era autoritario. Por pura casualidad supe que, discretamente, están al servicio del mismo.
Y ahora mi pregunta es otra ¿un régimen deja de ser autoritario, antidemocrático, dictatorial, persecutorio, corrupto, extorsionador o fraudulento, en la cabeza y la pluma del intelectual, una vez que éste pasa a formar parte del él?