Se acaba de producir un hecho insólito en materia de
casuística electoral.
Lo voy a poner en términos potenciales: si las elecciones
fueran hoy, el único partido habilitado para participar en ellas sería Unidad
Nacional (UN); ésto, en virtud a que dicha organización política fue la única
que cumplió a cabalidad el requisito legal de presentar estados contables
auditados dentro del plazo establecido, mismo que prescribió el 30 de marzo.
En un Estado de Derecho –que no es el caso- tal situación
causaría un terremoto político de descomunales proporciones pero, ya vemos,
aquí no ha pasado nada, por la simple razón de que todos asumen que en días
más, el Tribunal Supremo Electoral ampliará el plazo para que dicha obligación
legal sea salvada por los que quedaron, eventualmente, fuera de competencia.
¿Se imagina una elección sin el MAS? Imposible.
Ahora bien, una vez más nos preguntamos de qué sirve ser
un correcto cumplidor de los plazos, si después se premia a los omisos
otorgándoles el tiempo que sea –extralegalmente, inclusive- acomodando la ley
al gusto del cliente, en lugar de que éste se ajuste a ella.
Al menos moralmente, UN ha ganado el reconocimiento
público de que se trata de una organización seria y eficaz y que, se supone,
cuenta con un staff administrativo ejemplar. Todo lo contrario al resto que,
por el contrario, se ha mostrado, cuando menos, negligente.
A quien escribe, le hubiera gustado que, mínimamente, dos
partidos hubiesen cumplido con la presentación de sus estados auditados. Así,
las “excepciones” estarían por demás. Con dos, la democracia quedaría salvada
por la campana. ¡Pero con uno!, no hay manera; a menos que los rivales de UN
sean “el pifiado (nulo)”, “el blanco” y “la abstención”.
Mucho premio para los que, por su dejadez y desprecio por
la norma, quedaron circunstancialmente al margen de las elecciones de 2014.
Con respecto al MAS, es bien conocida su postura de
actuar al margen de las leyes. El presente, será apenas un pequeño escollo
–prácticamente superado- como lo es el de habilitación de Morales como
candidato a un tercer período consecutivo (re-reelección, expresamente inviable
según la CPE). Pero, en el camino, tiene un escollo de grandes dimensiones: el
derrumbe del chavismo, sustento político-militar del régimen.