martes, 27 de septiembre de 2011

Nosabe/No responde



Cobarde, siniestro y repugnante terminó por mostrarse el sujeto de la foto. Astutamente, utilizó la plataforma de los derechos humanos para “marketear” su imagen y escalar en la política. Una vez situado en la nomenklatura del régimen narcodictatorial, le hizo ascos a aquella y reveló su verdadera personalidad, hedonista en extremo.

De su etapa de “selfmarketing”, recuerdo que las veces que yo pasaba por la avenida “6 de agosto”, lo veía en las afueras de la oficina de la APDHB estrechando la mano de cuanto transeúnte le respondía el gesto –muchos seguramente sin saber quién era el personaje que se la brindaba- (linda pega, me decía a mí mismo: parase en la calle y saludar a los parroquianos de paso). Si al pasar por ahí no lo veía en la repetida escena, seguro lo vería durante la noche en algún canal de televisión metido en alguna reyerta a las que él acudía presuroso atraído por las cámaras.

Su etapa, terminal, de ministro puede resumirse en tres hitos chapuceros:

a) Caranavi. Lo que bien pudo haber sido explicado como una intervención en resguardo del bien común (el libre tránsito de los ciudadanos) derivó en un cuento de piratas tan truculento que merecía, ya entonces, una destitución o su propia renuncia al cargo.

b) Sanabria. En sus narices –término exacto-, su Jefe de Inteligencia armó una estructura narcotraficante al interior del Estado. Otra vez, el bellaco este, se hizo el desentendido. ¿Fue destituido? No. ¿Renunció? Tampoco.

c) Tipnis. Está tan fresco el hecho que no necesito entrar en detalles. Esta vez la embarró acusando a gil y mil, pinchando teléfonos, twitteando boludeces y, por último, cometiendo una represión inenarrable de la que dice que no tiene ni idea. Una vez más, “No sabe, no responde”. ¿Destitución? Nones. ¿Renuncia? Pior….

A los adjetivos de inicio hay que añadir “caradura”.

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