Venimos insistiendo –contrariamente a lo que los titulares del poder y sus apologistas sostienen- en que el tiempo que vivimos no es el del inicio de una nueva era política sino el último estertor de la añeja. El espíritu fundacional, mejor conocido como “complejo de Adán”, no es más que un prurito que les da a ciertos megalómanos aupados por masas o montados en las armas.
¿Acaso García Meza no denominaba a su régimen como “democracia inédita” o de “reconstrucción nacional” asegurando permanecer en el poder durante 20 años? Duró algo más de uno que, en su caso, se trataba del último coletazo de la era de las dictaduras militares, en un tiempo de transición hacia la democracia.
En el caso que nos atinge, el del actual desarrollo de las cosas, podría hablarse de una transición de la república a la república (“nueva”, “segunda”, “tercera” o la que fuera para quienes gustan de los adjetivos). Nos encontramos en el interregno propagandizado como “Estado plurinacional” salpicado por una buena dosis de pintoresquismo y los consabidos reclamos a la eternidad de su caudillo.
Ha ocurrido que en una violenta aceleración del ritmo sociopolítico –llámese “revolución”- se ha verificado algún avance que de todas maneras la democracia iba a dar aunque a velocidad de reforma, que es su tempo histórico, pero que por su propia dinámica terminó desordenando a la propia sociedad y derivó en un acoso asfixiante del Estado hacia ésta.
Quien observe desapasionadamente el pesado pero eficaz avance de las reformas de carácter social durante el último período democrático, convendrá en que inevitable –e institucionalmente- el país se encaminaba a una inclusión cada vez más plena de los ciudadanos en la dinámica pública.
Las imposturas emergentes de efluvios refundacionales acaban como lo estamos viendo, en tiempo real, estos días. Como castillos de arena se están cayendo todos los imaginarios teorizados por los directores del régimen y difundidos por sus epígonos.
Se percibe la proximidad de un tiempo de encuentro de la bolivianidad, después de que en nombre del “cambio” se la hizo añicos. Se comienza a respirar libertad, se está perdiendo el miedo…. señales de cambio.