viernes, 25 de septiembre de 2009

Haga el amor, no el tinku







Pocas cosas deben haber más desagradables que ser protagonista, objeto o víctima –dependiendo de la buena o mala fe con la que se las planifique (una de sus características es que son planificadas)- de una broma de mal gusto. De una broma pesada, de ésas que nos dejan expuestos al ridículo en público, en el mejor de lo casos, o al escarnio más cruel, en el peor. Quienes nos las gastan pueden ser nuestros amigos y nuestros enemigos; segundas o terceras personas. Es improbable que uno mismo planifique su propia puesta en ridículo; en todo caso, para un evento con esa sensación tenemos las categorías ”situación embarazosa” y “metida de pata”.

¡Quien hubiera dicho que la primera víctima de esa broma de mal gusto que por el voto-consigna ahora ostenta el nombre de Constitución Política del Estado iba a ser su propio promotor, el gobierno del MAS y, por consiguiente, Su Excelencia!

Al menos eso se desprende de, para comenzar, cuando un concepto transversal de su texto como es el ajuste de cuentas (“descolonización”) con la Madre Patria, el bueno de Evo se manda una vergonzosa bajada de calzones ante las autoridades del reino como no se había visto en toda nuestra historia republicana –hasta un querendón de España como el suscrito, se puso colorado-. “No pasó nada” ha sugerido el hombre. Como no pasó nada, habría que empezar, por lo menos, arrancado la parte del preámbulo de hora cívica que ameniza sus páginas.

No digamos menos de la recurrente obstaculización y chantaje a que es sometido el mismísimo Gobierno -y las empresas estatales y privadas- por los “originarios” a cuento de que el chascarrillo constitucional los convierte en “propietarios” de los recursos naturales para disponerlos a su antojo. Lo adecuado es poner que tales recursos son de dominio originario del Estado, algo más serio que el patético “Y ahora.. .¿de qué vamos a vivir?” proferido por el inefable Morales.

Y así llegamos al artículo 10 de la chanza magna: “Bolivia es un Estado pacifista…”. Aplicada en su exacta significación, tal caracterización implica la supresión del servicio militar y un progresivo desarme que concluya en la desaparición del las Fuerzas Armadas. Para ponerlo caricaturalmente, bajo esta prescripción, el Estado, en lugar de rasgarse las vestiduras, debería otorgar el ”Cóndor de los Andes” a quienes entregaron los misiles chinos. Más aún, tanto el Presidente como los ministros y cualquier boliviano que se sienta llamado a profesar el pacifismo plurinacional, deberían andar ataviados en blancas túnicas dando testimonio por el mundo del flower power pachamamista: Haga el amor, no el tinku. Esta vez, Premio Nobel garantizado.

Pero en cambio, ¿qué hace el régimen? Se anota en la carrera armamentista, millonada de por medio, inquietando a más de un vecino. ¿No ve que está contraviniendo su propio engendro?. Menos ridículo se vería si el artículo de marras rezaba “Bolivia es una nación pacífica” entendido como ”no agresor” pero que ante la eventualidad de ser agredido tiene el legítimo derecho de defenderse y, por tanto, de potenciar sus FFAA. Paz y amor, hermano Walker.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Lo de los 500 años es solo un discurso para manejar a los indígenas, lamentablemente. Y lo de la constitución, una pena. Han hecho una constitución para que la obedezcamos nosotros y no ellos. Pero lo que me molesta más es que un 60 % de los votantes está de acuerdo con eso. Sin duda, gran parte de los bolivianos tiene que darse cuenta de eso."

Anónimo dijo...

"Nuevo lema antiimperialista y flowerpowerista. "If you want to be a hippie put a coca leaf on your pipi""

Anónimo dijo...

Puka, como siempre de antologia este articulo, una radiografia del Sr. Presidente, el tipo esta de amarrar con camisa de fuerza...