viernes, 14 de agosto de 2009

TIRANO WIPHALAS




La narrativa hispanoamericana, en su vertiente histórica —un cuasi género en sí mismo—, tiene en la novela sobre el déspota latinoamericano —con mayor o menor apego a los hechos— a su subgénero por excelencia, unas veces con el protagonista explícitamente identificado —Rodríguez Francia en Yo, el Supremo (Roa Bastos)—, unas veces sugerido por la descripción —Estrada cabrera en El Señor Presidente (Miguel Ángel Asturias)— y otras como una síntesis de varios, personificados en uno solo —El recurso del método (Carpentier)—. Títulos como La fiesta del Chivo o El otoño del patriarca son caros a los lectores que aprecian esta corriente.

Me atrevo a decir que salvo El Supremo, dictador “progre”, las demás figuras protagónicas responden a la estampa del autócrata latinoamericano, ilustrado o no: ultraconservador, mesiánico, matón, corrupto, paranoico y patriotero. Todos eficaces aplicadores del “método” como lo definiera el cubano.

En el retrato del tirano sintético carpenteriano, para verlo con ojos bolivianos, se pueden reconocer características de un Melgarejo —el caballo del personaje se llama “Holofernes”, tal cual lo hacía el del militarote boliviano— o de un Barrientos.

Un pasaje del Método narra la aversión del régimen hacia la “literatura roja”, color asociado al comunismo. Así, se procedía a incinerar obras con títulos como La semana roja en Barcelona (opúsculo sobre la muerte del anarquista Ferrer), El caballero de la Casa Roja, El libro rojo, La aurora roja (Pío Baroja), La Virgen Roja (biografía de Louise Mitchel), Rojo y Negro (Stendhal), La letra escarlata (Nathaniel Hawtorne), “…exponentes, todos, de una literatura roja, de propaganda revolucionaria…”. No faltó quien sugiriera que La Caperucita Roja corriera la misma suerte.

Ahora bien. Intencionalmente he dejado para este punto la controversia acerca de la primera novela sobre el tema. ¿Qué criterio cuenta, la concepción o la publicación? Si el primero, El Señor Presidente (concebida en 1922 pero publicada recién el 46); si el segundo (esta postura es la dominante), Tirano Banderas, del español Ramón María del Valle-Inclán (1926). “…de aquellas campañas veníale la costumbre de rumiar la coca, por lo que en las comisuras de los labios tenía siempre una salivilla de verde veneno”, se puede leer en la primera parte.

El tipo del personaje de estas tierras ha mutado en el déspota contemporáneo, el caudillo elegido en democracia que, ya en el ejercicio del poder, se empeña en liquidarla para eternizarse en él. Este nuevo modelo de tirano está en busca de su novelista.

¿Dónde está el Valle-Inclán moderno que bien podría titular Tirano Wiphalas a su texto? Por lo general estas obras concluyen con el destierro o la muerte del sátrapa; desgraciadamente, en la versión actualizada terminarían en la desaparición de la república en la que gobernaba el tirano, mientras que éste y sus cómplices acabarían como capos de un cártel de la cocaína. Tal vez por esto nadie se anima a escribirla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente columna de Puka! Y gran idea para el título de lo que sería Evo Morales reflejado como el "Tirano Whipala" o también podría ser "La Fiesta del Indio" (emulando a Vargas Llosa) o "El otoño del narco-sindicalista" (a García Márquez). Y siguendo con el célebre Nobel Colombiano podríamos decir que el gobierno del MAS es una "Crónica de una fracaso anunciado" o también podría ser "El cocalero no tiene quién le escriba". Al margen de ello, sería bueno que Evo solamente fuera un personaje de novela, pero es realidad y el Macondo resulta poca cosa frente al desastre al que nos está llevando el indio cocalero, ex trompetista y ex ovejero. Está a cargo de la vida nada menos que de 9 millones de bolivianos y nos está llevando al fondo del precipicio. Abrá alguien que nos pueda salvar y sacar a Bolivia de este octavo círculo de infierno de Dante?

Anónimo dijo...

Puka:

No me pierdo tus articulos, como no me las pierdo a Paulovich, algo esta surgiendo tambien en Potosi, Jose Toro Montoya.

Bueno felicidades, me gusta mucho tu vision muy precisa. Por tanto tu eres el Valle Inclan para escribir el diario del Dictador Wiphalas, o talvez< dictador ignorante, aunque seria ratificar porque todos los dicatdores casi han sido de esta caracteristica. No saben lo que hacen , porque no piensan.

Anónimo dijo...

"VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT. Tus artículos son parte de nuestra historia, una historia dialéctica (pero no marxista) donde los polos son la comedia y la tragedia del tercer mundo (nada que ver con Nietzche: ya sabes, lo apolíneo y lo dionisiaco). Gracias por no dejar el espacio en blanco, todo (hasta lo más trivial) está cargado de significados que hay que develar."