Comienzo curándome en salud: me parece excelente que el país cuente con tecnología de punta en todo ámbito posible –ciertamente con prioridades: medicinal, agraria, industrial…- por tanto, saludo que el proyecto que Ronald Mclean se materialice para que, junto a los buses de transporte masivo, se constituya en una solución al álgido problema del transporte urbano. Contar con un satélite no responde a alguna necesidad urgente -menos uno del tipo del que anda orbitando por el globo con el nombre de “Two Pack Atari” (¡ya que hay que aprender Inglés!)- pero el mismo ya se encuentra en la estratósfera y no está sujeto a cambio o devolución.
Agrego un par de apuntes antes de entrar al tema de fondo. No considero siquiera que el hecho de que –no nos engañemos- teleférico y bus masivo no reportarán rentabilidad sea un pecado mortal: son servicios públicos en los que la empresa privada no invertiría –justamente por no ser lucrativos-. O sea, alguien tiene que hacerlo, y para el caso están el Estado y el Municipio para subvencionarlos (obviamente con los aportes de todos los contribuyentes). Sobre el satélite –éste satélite, en particular- tengo mayores reparos pero, como dije anteriormente, ya está dando vueltas alrededor del orbe…
El asunto medular va más allá de las prestaciones que uno u otro brinden a la gente, por eso divido las palabras en dos: sat-élites y tefé-ricos, a manera de constatación de que la manera más expedita de movilidad social y ascenso económico en Bolivia y de manera más notoria a partir del apodado “Estado Pluirinacional” es la apropiación del Estado como propiedad privada.
Una de las cosas más difíciles de ocultar es la posesión de dinero (“es de tener”, dicen los parroquianos de una persona con recursos) lo que se hace más notorio cuando quien hace poco no tenía “donde caerse muerto” empieza a hacer exhibición de su poder económico. El nuevo rico es ostentoso; el rico “de siempre”, algo más discreto.
Contratos por invitación directa, extorsión, tráfico de influencias (clanes familiares), contrabando consentido, narcotráfico permitido y otras “lindezas” por estilo son las fuentes de las nuevas élites y los nuevos ricos “pluris”.