Si el objetivo era evitar la partida de la
marcha, la victoria fue pírrica: apenas se consiguió retrasarla dos días. De
nada sirvió toda la campaña de derroche de recursos, de prebendas, de maniobras
divisionistas, de anuncios paradisiacos y de desprestigio de los dirigentes de
la misma.
Si una vez fracasado ese intento, ahora el
objetivo es frenarla en su desarrollo, es algo que está por verse. En todo
caso, la Novena ya está en marcha y se va a enfrentar con muchas adversidades
en el camino, todas ellas por gentileza del régimen.
Lo que me aventuro a decir desde esta
columna, y para ello no se necesita ser pitoniso, es que la última carta
gubernamental ante el imparable avance de la caminata, va a ser la de evitar,
por todos los medios posible, incluida una violencia más descarnada que la
ejercida por el régimen en Chaparina durante la anterior marcha, que los
indígenas arriben a la sede de gobierno; no puede permitirse una recepción tan
o más apoteósica que la brindada por la ciudadanía a los marchistas del TIPNS.
Para ello va a poner toda la carne al asador.
Aquella vez le costó la pérdida de todo su
capital simbólico –irreversiblemente- y la pérdida parcial de su capital
político. Otra llegada a la plaza Murillo podría costarle, ahora de manera
irreversible, la pérdida absoluta de su capital político.
Para conseguirlo, el jefazo soltó a su más
rabioso perro de presa quien, pese a su experiencia en Porvenir, al mando de las
columnas del terror, viene perdiendo la batalla –ocurre, sin embargo, que esto
lo está enfureciendo al grado de temerse un desenlace de miedo-.
Cuando aún están pendientes de sanción los
responsables de la represión del 25 de septiembre en Chaparina –paradójicamente
ha trascendido que alguno de ellos, el más torpe, sería “premiado” con una
Embajada- se cierne una sombra de caída en desgracia sobre los operadores de la
probable intervención a la marcha en curso.
La pregunta es si éstos caerán tal como lo hicieron los anteriores arrastrando inclusive al sucesor de uno de ellos. En fin, que la historia se está haciendo al marchar.
El mundo está esperando el último movimiento de la Novena para, al unísono, entonar el Himno a la Alegría.
La pregunta es si éstos caerán tal como lo hicieron los anteriores arrastrando inclusive al sucesor de uno de ellos. En fin, que la historia se está haciendo al marchar.
El mundo está esperando el último movimiento de la Novena para, al unísono, entonar el Himno a la Alegría.