lunes, 26 de diciembre de 2022

2022: El año de la emancipación de Arce

 



Me toca publicar al filo de la gestión que concluye, cuando todos los medios y los particulares han hecho sus respectivos balances de la mismas. Por tanto, es posible que se digan cosas que ya fueron dichas. Lo menciono a modo de prevención; una columna se va construyendo sobre una idea general y que se va desarrollando mientras uno la escribe.

Podría no abordar mi personal caracterización de lo que nos deja este año, pero rompería con más de una década en tal ejercicio de sentido, que lo vengo haciendo desde 2010. Mi enfoque se dirige tanto al hecho mismo como a lo que representa, simboliza, o, finalmente, por lo que ha significado en nuestro imaginario.

Siempre realizo una retrospectiva de lo anotado en cada año desde entonces, aunque, por razones de espacio, con cada vez más breve referencia al contexto en que se dio tal o cual caracterización; cosa que paso a hacer…

2010: “El año del rodillazo”. Aquel que propinó Morales Ayma a un rival circunstancial en un partido amistoso. Abuso de poder, irrespeto a las normas.

2011: “El año del MASking”. En referencia a la cinta con la que las fuerzas al mando del señor Sacha Llorenti sellaron las bocas de los indígenas de tierras bajas en su marcha por el TIPNIS.

2012: “El año de la caca”. Tomado de una frase de Morales Ayma para graficar, según él, las relaciones del Estado boliviano con el de los Estados Unidos.

2013: “El año de la extorsión”. Cuando una parte del personal de Gobierno estableció un consorcio de carácter extorsivo, ofreciendo intercesión judicial a los presos en general, no solo a los políticos.

2014: “El año del Estado plurinominal”. Las ya ilegales elecciones de entonces, lo fueron más aún con la mala denominación impresa en la papeleta electoral. Sin embargo, como de costumbre, no pasó nada.

2015: “El año de Petardo”. La mascota adoptada por marchistas potosinos fue todo un símbolo de la democracia por entonces.

2016: “El año NO-Evo”. La ciudadanía se expresó mayoritariamente en contra de la reelección indefinida del tirano.

2017: “El año del Nulo”. Nueva, y contundente, derrota del régimen. Esta vez en las elecciones judiciales.

2018: “El año de la doble pérdida”. Bolivia perdió definitivamente el mar con el fallo de la Corte Internacional de Justicia y perdió la democracia con la sentencia del Tribunal Constitucional allanando la elección indefinida del tirano, a título de un supuesto “derecho humano” a la misma. El primer caso tuvo, este año, su correlato con el fallo contrario a Bolivia en el caso Silala.

2019: “El año de la gesta democrática de Bolivia”. La ciudadanía, que había soportado estoicamente años de arbitrariedades del autócrata ya no permaneció impávida ante el evidente fraude electoral y el tirano tuvo que tomar las de Villadiego. Lo que vino luego, como gestión de gobierno, es otra historia.

2020: “El año de la Calamidad”. Llegó la pandemia, con sus terribles consecuencias en términos de pérdidas de nuestros seres queridos.

2021: “El año del aguante”. Se pidió a la ciudadanía aguantar el embate de la pandemia mientras se gestionaban las vacunas.

Ahora, sí. 2022: “El año de la emancipación de Arce”. Hasta abril de este año, el Presidente era una especie de Cámpora o Mevédev, es decir un muñeco obediente a los designios del Jefazo, al extremo de ganarse el sobrenombre de “Tilín” –estuve tentado de ponerlo en el título-. Pero, como anoté en una anterior columna, la marioneta adquirió vida propia, de forma más parecida a la de Lenin Moreno, aunque éste lo hizo apenas fue posesionado, propiciando un juicio contra Rafael Correa que anuló toda posibilidad de éste a participar en las elecciones anteriores. ¿Hará Arce algo similar con Morales Ayma?



martes, 13 de diciembre de 2022

Dependencias prescindibles

 


Me costó decidir qué adjetivo emplear para el título. En primera instancia pensé en “inútiles”, pero en condiciones normales, al menos dos de ellas, no lo son; luego se me ocurrió “impresentables”, pero suena demasiado coloquial. Finalmente, opté por “prescindibles” porque tal como están no tienen razón de ser y, por lo menos una debería desaparecer definitivamente. Vayamos por partes.

Previamente y durante el desarrollo de la asamblea constituyente, el cocalero en función de Presidente bajó la línea de eliminar la Defensoría del Pueblo con el peregrino argumento de que como “el pueblo llegó al poder”, la institución era innecesaria. Él sabía que la entidad supondría una piedra en el zapato para sus aspiraciones a autócrata.

Primó el sentido común y la Defensoría se incluyó en la CPE –artículos 216 y sucesivos- señalando que su naturaleza es la de velar por la vigencia, promoción, difusión y cumplimiento de los derechos humanos.

Y como suele decirse, “hecha la ley, hecha la trampa”, el momento en que al congreso controlado por Morales le tocó elegir –“nombrar” sería más apropiado para lo que sucedió- al nuevo titular lo hizo por quien consideraba como afín al régimen. El ciudadano en cuestión, con gran dignidad, evidentemente se constituyó en una piedra en el zapato del susodicho. Rolando Villena no se comportó como el amarrahuatos que el régimen quería.

Con tal experiencia, contraproducente para Morales y compañía, el MAS se aseguró, para la siguiente oportunidad, de nombrar a uno de los suyos, quien armó un equipo azulado del cual surgió su sucesora, hoy premiada con un cargo gubernamental. Estas dos últimas gestiones marcan la caída libre de la que se convirtió en un apéndice del régimen. Como quiso en principio, Morales Ayma consiguió matar a la Defensoría. En nuevo defensor, un masista anodino, calló en siete idiomas ante los abusos de personal estatal contra la población civil.

En tales condiciones, ¿es deseable la continuidad de dicha instancia? Definitivamente no, al menos hasta que la democracia retorne. Cualquier observatorio de derechos humanos hace mil veces mejor las labores que se supone debe hacer la DP y no le cuestan nada al erario público.

La necesidad de contar con una Procuraduría surgió del hecho de que el Estado perdía, en connivencia con los demandantes probablemente, prácticamente todos los juicios que se le entablaban. No fue, como reclaman desde el régimen, una idea exclusivamente del MAS; varias plataformas, incluida una de la que mi persona formaba parte, propusieron incluirla en la CPE, cosa que ocurrió –artículos 229 y sucesivos- con la misión de “precautelar los intereses del Estado”. Pues bien, el remedio, en manos del MAS, resultó peor que la enfermedad y, en particular, el actual Procurador ha hecho de todo –incluso ha jugado a instalar un TSE paralelo- y, como en el caso anterior, en las condiciones presentes, no tiene ningún sentido destinar una chorrera de recursos públicos para seguir perdiendo procesos. Nuevamente, cuando la institucionalidad retorne, podría volver a funcionar.

Por último, la peor de todas, la infame DIREMAR, a la que ya Página Siete le dedicó un editorial en el mismo sentido de esta columna. Sin mayor anestesia, debe ser disuelta ipso facto. Es la vergüenza mayor del Estado. Una de las condiciones para aprobar el PGE del 2023 es la de cortarle el financiamiento –tal vez dejarle un mínimo para su liquidación-. A diferencia de las dos entidades anteriores, ésta no tiene razón de ser y ni con un estado de derecho consolidado podría volver.

Deseo para los ciudadanos y ciudadanas de Bolivia una Navidad con la esperanza de mejores días.


miércoles, 30 de noviembre de 2022

El ocaso del jefazo

 

Que el Jefazo siga ocupando largos espacios en la prensa no quiere decir que su figura no esté en declive. El grueso de la tinta que genera el sujeto es, a diferencia de los buenos tiempos de ejercicio del poder absoluto, o fútil o rabioso.

El síndrome de abstinencia de poder está haciendo estragos en el hombre y la adicción a los medios –hacer noticia a como dé lugar- le juega en contra. Que incursionó en la cría de tambaquíes (¿en qué anda eso? ¿solo era para la foto?), que organiza un campeonato de medio pelo que lleva su nombre, que se compró un plantel de la división profesional de fútbol… cualquier cosa con tal de figurar.

Digamos que lo mencionado fuera puramente anecdótico –aunque, como se conoce, le está trayendo cola- en lo que se considera puramente suyo, la política, le está yendo peor que en la guerra; lo viene siendo desde 2016, en realidad. Ese lento e irreversible proceso de extinción ha tenido este último periodo, que comenzó con la demanda cruceña y el paro consiguiente, le ha pasado una factura que no se paga echando barro a cuanto ciudadano osare no acatar sus designios. No se da cuenta de que quien se está embarrando hasta el cuello es él mismo.

Manteniendo la obsecuencia de sus valedores en su reducto chapareño, casualmente la región productora de la coca destinada al narco, ha perdido el respaldo residual que aún le quedaba dentro del régimen. La marioneta ha adquirido vida y vuelo propios, y un ejército de servidores públicos, en un país en el que en gran medida se accede al cargo público por “merecimientos políticos” y conversiones de acuerdo al sol que nace, se cuadrará ante el basquetbolista y negará tres veces al futbolero. Quienes mejor encarnan, en el Ejecutivo, esta nueva idolatría son el ministro de Obras Públicas y su tropa de choque.

Pero la verdadera revuelta antijefazo ha ocurrido en el Legislativo. La mayor parte de las bancadas masistas, tanto en la cámara baja como en la alta, desobedeció la instrucción del cocalero en jefe de bloquear la ley del censo y, sobre todo en Senadores, salió por el tubo.

Fiel a su lógica amigo-enemigo, el hermano Evo ha destilado vinagre contra sus fraternos tildándolos de traidores. Lo interesante de esto es que, lo hayan hecho por amor al país o por puro contestones al compañero en cuestión, el resultado ha sido óptimo y el susodicho ha quedado, nuevamente, como un sediento de sangre.

Lo evidente es que desde 2016 al personaje no le sale una buena: perdió el referéndum, se descubrió el fraude que urdió, salió furtivamente del país, no fue habilitado a candidato a senador –menos a Presidente-, la CIDH lo tiene en la mira… Y ahora “esto”: que el “evismo” se quede en minoría absoluta en el parlamento.

Podría decirse que, en otros ámbitos, el de los negocios, por ejemplo, le está yendo mejor; pero no parce ser el caso.

Solo por mencionar los legales, tienen, al menos, observaciones. El campeonato cocalero fue un evento de carácter comercial, no de beneficencia o filantropía; por tanto, está sujeto al pago de impuestos y el SIN se lo ha recordado. La movida de Blancaflor, al parecer, no está clara en términos de transferencia y podría traer cola. De otros negocios, no voy a hablar.

Total, que el ocaso del jefazo es más que patético, aunque, ensimismado como es, será el último en advertirlo. Y, en la medida en se vaya extinguiendo, saldrán a la luz todas sus tropelías junto a todo el daño que causó a la institucionalidad democrática, a los derechos humanos y al tejido social; a Bolivia, en suma. Y no habrá quien salga en su defensa. Amén.


miércoles, 16 de noviembre de 2022

La f(r)actura

 



Hoy, miércoles 22, debía haberse llevado, según el primer anuncio al respecto, el Censo Nacional de Población y Vivienda. No ocurrió así porque, a pesar de que el Gobierno aseguró que prácticamente todo estaba en orden para su verificativo, inopinadamente, bajo la pantalla del Consejo de Autonomías, emitió un decreto, sin una fecha concreta, para la realización del censo en 2024.

Si bien, por una parte, el INE quedó como una entidad absolutamente inepta, quedó claro que el cálculo político del régimen fue decisivo para determinar tan extrema postergación, generando justificadas susceptibilidades en la ciudadanía en general, pero en la de Santa Cruz en particular, por tratarse de la región que más ha crecido en términos poblacionales y, por tanto, en una redistribución de curules parlamentarios su cuota debe aumentar -así son las reglas del juego- Surgieron también cuestionamientos de carácter económico y sospechas de fraude con miras a las elecciones de 2025.

Aunque solo a título de inventario, pues lo hecho, hecho está, podríamos preguntarnos qué hubiera pasado si el régimen realizaba esta su propuesta de llevar a cabo el censo en marzo de 2024 y, sobre la base de datos preliminares, proceder a la redistribución de recursos en septiembre de ese año, aunque sin mencionar le redistribución de curules. Habiendo sido, en principio, ésta (la de los recursos) la principal demanda de Santa Cruz, hubiese sido sencillo detectar (si el paro se dejaba sin efecto) que el móvil era auténtico, y si continuaba, que había un trasfondo de disputa de poder.

La torpeza del régimen –inventando “mesas técnicas” cuando ya se tenía la línea a imponer (el ministro de Gobierno lo confirmó), suavizando con el eslogan de un consenso que no hubo nunca y, peor aún, ejerciendo un terrorismo de Estado digno de las más oscuras dictaduras- cohesionó más a la ciudadanía y obró un segundo cabildo de proporciones extraordinarias, luego de 22 días de ejemplar resistencia, del cual surgieron otros lineamientos coyunturales y uno –punto 2 del cabildo- de fondo. La escalada del conflicto que no fue oportunamente resuelto llevó, como el manual prescribe, a otro escenario, no tan dramático en el corto plazo como ocurrió en 2003 y 2019, pero irreversible en el mediano y largo. Esa es la cuantiosa, en términos políticos, factura que recibe Arce de parte de la ciudadanía, no solo cruceña sino nacional.

Aunque no fue mencionado explícitamente, ese replanteamiento de la relación con Estado del que se habló, lleva, así coincide la mayor parte de los analistas, descartando opciones por el desastre, al debate, esta vez más seriamente que otras veces, sobre el federalismo.

Hace un año, ya escribí, en uno de sus rebrotes, sobre este asunto recurrente en nuestra historia desde la creación misma de Bolivia y cuyo pico ocurrió en la así denominada “Guerra Federal”, a finales del siglo 19 que, paradójicamente, acabó acentuando la forma unitaria de Estado. “Federal es una forma de Estado, con sus debilidades y sus fortalezas respecto a otras –la unitaria, principalmente- y no es el demonio que algunos quieren hacer creer”, escribí entonces.

La forma de Estado vigente (art 1, CPE), a nuestra consideración resumible en “unitaria con autonomías” fracasó justamente porque el componente autonómico no pudo avanzar dado que el centralismo se las ingenió para controlar, mediante socios políticos, hasta la asfixia a los niveles “subnacionales”, abriendo el camino para reinstalar el debate sobre el federalismo.

El régimen debe pagar la factura si quiere evitar la fractura.


miércoles, 2 de noviembre de 2022

Santa Cruz, epifanía ciudadana

 




En sentido filosófico –porque en origen es religioso y místico, aunque lo que voy a exaltar tiene mucho de éste- una epifanía es, según Andrea Imaginario, “una profunda sensación de realización al comprender la esencia o la naturaleza de las cosas”.

Cuando veo la manifestación de la ciudadanía cruceña traducida en un paro por una causa tan cara a su historia y a su porvenir, no puedo pensar en otro término que no sea ese, epifanía.

Solo en tal estado, el conjunto de ciudadanos que la enarbolan puede sostener durante un tiempo tan prolongado una medida de tal naturaleza. A escala nacional, experimentamos al similar en 2019 ante la serie de aberraciones constitucionales cometidas por el régimen de Morales Ayma, siendo el fraude colosal la gota que derramó el vaso. Aquél se había mofado de las sogas que usaba la gente para “clausurar” el paso vehicular y sus adláteres apostaban a que dicha expresión de protesta no duraría ni dos días –Putin también pensó que en dos días acabaría con Ucrania- y luego de veintiuno terminó huyendo como buen pusilánime que cuando tenía todo el poder aseguraba que “solo muerto dejaría el palacio”.

Reza el dicho popular, atribuido por unos a Tamayo y por otros a Salamanca, que “se pueden sembrar nabos en las espaldas del pueblo”, pero cuando la ciudadanía se percata de las protuberancias brotando en su lomo señalará a los causantes de éstas y pedirá las cuentas respectivas.

Una vez más, el régimen salió a ningunear la acción ciudadana focalizada esta vez en Santa Cruz y su lectura de la situación no podía estar más errada. Hasta en declaraciones recientes –las del extraviado ministro de Gobierno, por ejemplo- se apunta al “capricho de una persona”, en referencia al actual Gobernador del departamento. ¡Pero qué visión más chata! El sustrato de la causa cruceña es mucho más profundo que el de un liderazgo circunstancial.

Ocurre que para que dicha causa vuelva a manifestarse de manera explícita hace falta, de tanto en tanto, un catalizador y, para el caso, se trata de la gambeta que hizo el régimen para postergar el censo hasta quién sabe qué fecha de 2024 –curioso decreto que no especifica una, sino un rango-.

La intencionalidad política (y económica, pero sobre todo política) del régimen al intentar engañar de forma tan grosera a Santa Cruz hizo que moros y cristianos de la sierra y el llano, olvidando toda clase de diferencias, se unieran y, al unísono, le plantaran al régimen la abrogatoria del malhadado decreto.

Lejos de dar una explicación coherente sobre el porqué de la postergación para el largo plazo del verificativo censal, luego de asegurar que prácticamente todo estaba listo para hacerlo este 16 de noviembre, el régimen respondió movilizando a sus esbirros hacia la zona del conflicto –haciendo una pantomima de cumbre para legitimar su postura- y haciendo lo que mejor hace: generar violencia –al extremo de utilizar a la institución policial para tal efecto, al igual que lo hizo para atacar al mercado de coca legal-.

Pero ni así lograron reducir al ciudadano. Una causa compartida por todos genera cohesión social; pero lo visto en Santa Cruz va más allá de eso y, en mis términos, se convierte en epifanía ciudadana.

Desde los ocho departamentos que junto al agredido conforman Bolivia debemos expresar, en sendos actos, el más enérgico desagravio a Santa Cruz y expresar el más vehemente repudio al régimen fascistoide por su miserable accionar ante la justa causa de no postergar más allá de 2023 el Censo Nacional de Población y Vivienda.

miércoles, 19 de octubre de 2022

El régimen en el Triángulo de las Bermudas

 




Hacia finales de los 80 y mediados de los 90, si la memoria ni me engaña, se multiplicaron los casos de los conocidos como “créditos vinculados”, es decir, aquellos préstamos que, con dinero de los depositantes, se daban entre los socios de una entidad bancaria. La situación se tornó insostenible y varios bancos fueron intervenidos, algunos de sus ejecutivos y directivos purgaron penas y luego de las liquidaciones, el Estado canalizó la devolución a los ahorristas, cuentacorrentistas y depositantes a plazo fijo. Se encargó también de ejecutar cobranzas a los deudores.

En 2002, durante el gobierno de Jorge Quiroga Ramírez, la OEA, a través de su instancia de derechos humanos, emitió un fallo condenatorio contra el Estado boliviano, en relación a la desaparición, que obedecía a móviles políticos, del ciudadano José Carlos Trujillo, estableciendo una indemnización a su familia y urgiendo a dar con la ubicación de los restos de éste. Entiendo que, al menos, se cumplió con lo primero. Lo ilustrativo del caso es que el hecho había sucedido durante la dictadura de Banzer, vale decir, unos veinticinco años antes; pero lo más significativo fue que el gobierno de Quiroga no puso objeción alguna: “Respetamos los convenios”, dijo, y así fue. Es más, fue el propio Ejecutivo el que hizo pública la sentencia; no la ocultó ni acusó a la OEA de estar al servicio del Imperio o de cosas peores.

El miércoles 21 de noviembre de 2012 se realizó el último censo de población y vivienda. El Gobierno de entonces tardó una eternidad en evacuar los resultados, pero en un momento en el que se encontraba arrinconado por el escándalo de la red de extorsión, el Presidente, en ostentoso acto, presentó datos “provisionales”. En censos previos, efectuados “a la antigua”, los resultados preliminares ya aparecían en las portadas de los periódicos a los dos días de su verificativo: “Somos (la cantidad respectiva)” se anunciaba.

Hoy, de alguna forma, el régimen se juega la vida en casos análogos, aunque con sus propias características.

Digo yo que, si la Gestora se ponía en marcha a los tres años de la aprobación de la Constitución, no hubiese habido mayores observaciones. La gente estaba como obnubilada por el llamado “proceso de cambio”; pero luego de una década y un sinfín de casos de malos manejos de recursos públicos –más de uno con características de megacorrupción- la ciudadanía, con razón, desconfía de aquella y, con todo lo que pueda decirse, prefiere la administración privada de sus aportes. El Estado tiene una deuda nutrida con las AFP´s, ¿Ahora será deudor de sí mismo? ¿Y si continúa “prestándose”, no estaría incurriendo en la figura de crédito vinculado?...

Si bien, luego de causar un remezón en el régimen, el informe de la CIDH sobre el caso “Hotel Las Américas” ha perdido algo de relevancia mediática, sigue vigente; un ministro admitió la vinculatoriedad de las recomendaciones contenidas en el mismo, pero el fiscal se niega a iniciar las investigaciones que apuntan a Evo Morales Ayma –quien ha admitido su responsabilidad en las ejecuciones extrajudiciales (“A confesión de parte…”)-. Se expone el Estado a una condena en la instancia de la Corte-IDH. Y ahí, no hay escapatoria.

De decir que casi todo estaba listo para que el censo se realice el 16 de noviembre de este año, el Gobierno pasó a decir que no había casi nada hecho y que pateaba la pelota hasta el 2024. Claramente, consideró un cálculo político para tal postergación. Las consecuencias pueden ser fatales para el propio régimen que tiene en los tres puntos anotados (Gestora-IDH-Censo) un verdadero triángulo de las Bermudas que lo puede terminar de hundir.

miércoles, 5 de octubre de 2022

23 años + 17 añicos = 40


 


¿Deberíamos celebrar a pesar de que atravesamos por un periodo de retroceso? Por supuesto que sí. “Atravesar” indica que algún momento saldremos de la oscuridad y, como hace 40 años, retomaremos la senda de la democracia. “Periodo” va en el mismo sentido, de algo temporal, por muy prolongado que se haga. “Retroceso” alude a restricciones a la libertad, persecución, atropellos a los derechos humanos, judicialización de la política, intentos de reelección indefinida, ejecuciones extrajudiciales, corporativismo…

Hace un año, mi columna “39 años: Nadie se cansa, nadie se rinde” versó sobre los hitos de la democracia hasta entonces. Sintomáticamente, ese breve catálogo de logros democráticos no se ha modificado. Aquella vez –puede usted revisarla ingresando a https://diarionuevosur.com/39-anos-nadie-se-cansa-nadie-se-rinde/ (el enlace de Página Siete no está disponible)- argumenté el porqué de cada uno de dichos momentos de esa selección personal. Hoy, simplemente los voy a enumerar en orden cronológico para, luego, elegir uno –o dos- como los mayores.

-          10 de octubre de 1982. Comienzo de la era democrática.

-          Siles Zuazo, en acto de grandeza, acorta su mandato.

-          Estabilización económica.

-          Acuerdos del 19 de julio de 1992.

-          Participación Popular

-          Elecciones de 2005

A partir de 2006, el régimen recién instalado puso en marcha la réplica de la franquicia chavista consistente en cooptar los poderes legislativo, judicial –y electoral- para reproducirse ad infinitum en la presidencia. Solo la muerte lo impidió, pero su delfín continúa en tal afán.

Acá no fue la muerte la que llevó a un intervalo mal gestionado de carácter democrático, sino la serie de violaciones constitucionales y el monstruoso fraude –absolutamente ratificado por las instituciones supranacionales que fueron llamadas a auditar el proceso electoral de 2019- los factores que ocasionaron la huida del tirano y su corte de acólitos luego de veintiún días de emergencia ciudadana. Vivimos la retoma, con sus propias características, del chavismo a la boliviana, producto del ya mencionado periodo de transición desastroso (comenzando por la postulación, que critiqué acerbamente en su tiempo, de quien solo debía garantizar elecciones libres y limpias; lo que no justifica el calvario penal, sin debido proceso, al que se la somete).

Y bueno, llegó la hora de elegir, a criterio personal, el hito mayor de estos 23 años + 17 añicos de democracia en Bolivia. Y no es uno, sino dos –empate técnico, diríamos-; la verdad es que no he podido excluir a alguno de ellos debido a su colosal magnitud para apreciar el valor de lo que Churchill caracterizó como “El peor sistema diseñado por el ser humano, con excepción de todos los demás”.

Respetando el orden cronológico, sin que éste signifique uno de orden jerárquico, me decanto por:

-          Acuerdos del 19 de julio de 1992, mismos que encarrilaron a Bolivia hacia la construcción de la institucionalidad democrática, en consenso con todos los actores políticos de entonces. Un ejemplo de diálogo, tolerancia y entendimiento entre diferentes.

-          Participación Popular, o sea, la integración de lo local (lo rural, significativamente) por muy pequeño que fuera, al concierto político-económico nacional, y, en paralelo, el proceso de descentralización.

Valga la celebración para invitar a usted a escuchar mis reflexiones sobre principios y valores de la democracia que, en el marco de la Cátedra “Nelson Mandela”, desarrollé hace unos meses. Lo espero en https://www.youtube.com/watch?v=1SgDLS0bYaM

¡Feliz aniversario!

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Qatarismo

 


El torneo global de fútbol ya ha comenzado y solo faltan los partidos, que se jugarán en noviembre. Es que el preámbulo al mayor espectáculo ecuménico del deporte cuenta como parte del mismo y, al menos en este rincón, es el álbum de figuritas con los rostros de los jugadores de cada selección participante.

Desproporcionadamente, la nuestra no dio la talla como para clasificarse –no lo hace desde el de 1998- pero la fiebre mundialista se desató como si fuera a disputar la final con alguna de las efectivamente presentes en la fiesta. A manera de consuelo, habrá que decir que Italia brillará, también, por su ausencia.

Este fenómeno bien podría denominarse “qatarismo” que, fonéticamente, remite a una corriente ideológica que tuvo cierta influencia en el campo político local, aunque, si siguiese vigente, palidecería ante la mega prensa de la que goza el venidero torneo de referencia.

El primer Mundial –incidentalmente nací el año de uno, el de Chile- del que tengo memoria porque, precisamente fue el de mi primer álbum, es el de México, no el del ’86 sino el del ’70, y mis simpatías se inclinaban hacia la selección de Perú que, si mal no recuerdo, llegó a esa instancia a costa de la nuestra. Así de ilógico es este asunto del fútbol. Era el once de Cubillas, Wifflin y de un viejo conocido en nuestro país: Chumpitaz. Hizo un buen papel, cayendo, en cuartos de final, ante Brasil que, a la postre, sería quien se quedó con la copa Jules Rimet al haber obtenido por tercera vez el primer lugar.

Luego tocaría hacer a de anfitrión a un país europeo (Alemania) y después a uno americano (Argentina)… la alternabilidad Europa-América se mantuvo hasta 1998 y se rompió en 2002, cuando, además por primera y única vez hasta la fecha, la sede fue compartida por dos naciones asiáticas: Corea del Sur y Japón. Una vez que se abrió la posibilidad de postularse a cualquier país (siendo el factor económico el determinante), la pelota rodó hasta África (2010), a la tierra de Mandela, Sudáfrica (quién no recuerda las vuvuzelas) y ahora vuelve al Asia, y la acoge el emirato de Qatar, marcando la primera vez que la redonda mundialista se instalará en un Estado monárquico “en toda la regla”-se puede aducir que Suecia, España e Inglaterra (Reino Unido) también lo son, pero en estas anteriores sedes la figura monárquica es, más bien, simbólica- Monárquico y, además, islámico. Sin embargo, por lo que se sabe, lentamente, está transitando hacia una monarquía constitucional y su islamismo no es el extremo que algunos de sus vecinos practican.

Qatar también ha tenido que dar señales de tranquilidad y, por lo menos mientras dure el campeonato, ha flexibilizado algunas restricciones. Pero polémica no ha faltado: Amnistía Internacional puso en cuestión el (mal)trato a los trabajadores contratados para acelerar la construcción de los estadios y otras infraestructuras que debían estar a punto para el torneo. Es de esperar que, en todos los aspectos, más allá del estrictamente deportivo, la Copa Mundial, se desarrolle en la mejor de las condiciones.

Lo que no debe suceder es que el efecto hipnótico del espectáculo nos sustraiga de lo importante y que no perdamos de vista que hay una especie de guerra mundial tras la invasión de Rusia a Ucrania, que hay persecución política en muchas partes, y que, habitualmente, el poder aprovecha las distracciones masivas para hacer de las suyas.

Está bien que el qatarismo nos dé momentos de solaz y pasión, pero no sería conveniente que se apodere de nuestras vidas al punto de descuidar lo importante. Que comience la fiesta mayor del fútbol.


sábado, 10 de septiembre de 2022

Un enano gigante (Publicado en Página Siete)

 


Eran tiempos de aprendizaje en la producción de espectáculos masivos como actividad empresarial sostenible –que luego se consolidaría, se sofisticaría y se inflacionaría- cuando, con diferencia de pocas semanas entre uno y otro, los tres primeros, además de memorables, conciertos con los estándares técnicos y logísticos de su momento, se realizaron en La Paz; corría el año 1988: el de Charly García, el 19 de junio, el de Soda Stereo, el 2 de septiembre y de los Enanitos Verdes –lo pongo al final porque tiene que ver con el homenaje a su creador y líder- el 22 de julio.

Las condiciones que permitieron el arribo, en su época de mayor predicamento, de semejantes expresiones del rock-pop latino (argentino, en particular) y muchas que siguieron en fila, fueron esencialmente económicas: un contexto favorable que posibilitó sus llegadas.

Mi vinculación con Rockway, la organización que gestionó y produjo la mayor parte de los shows internacionales de entonces, me permitió conocer y entablar algún grado de proximidad con algunos exponentes de la escena musical –no lo conseguí con Cerati, quien prefería mantener distancia con los circunstanciales anfitriones, por ejemplo- entre ellos con Marciano Cantero, con quien sostuve contacto hasta hace un par de semanas –el penúltimo con motivo de su cumpleaños y el último con una consulta de disponibilidad de tiempo para una eventual nueva visita a nuestro país-.

Cantero no gozó del relumbre que tuvieron Spinetta o Cerati; pero para un país cuyas canteras de creadores de rock/pop provienen principalmente de la capital y de Rosario, que un “enano” procedente de Mendoza haya ingresado al circuito de los elegidos, lo hace un gigante por derecho propio.

En cuanto a vivencias compartidas con el gran Marciano, tanto en La Paz como en Buenos Aires, rescato la del VHS –toda una joya entonces- de un concierto de The Doors que le obsequié (y que una crónica periodística de un medio argentino recogió) y que siempre se encargaba de agradecerlo. Quedan algunas fotos, dedicatorias, afiches y vinilos como testimonio de una carrera descollante.


miércoles, 7 de septiembre de 2022

El ABC de la corrupción

 


“Donde hay corrupción ya no hay revolución. Entonces, que Evo Morales se deje de embustes” o “Ladrones blancos, ladrones morenos… los une el verbo (robar), los separa la vida” son dos de varios comentarios que rescato de una publicación en féisbuc que hice en 2009 -¡2009!-. Se trata de una composición gráfica que mostraba hongos brotando del suelo a los cuales le coloqué la referencia de algunos de los casos de corrupción conocidos por entonces, entre otros: “venta de avales”, “tractores”, “desvío de alimentos”, “pasaportes”, “nepotismo”, “contratos YPFB”, “bienes incautados”, “rugrats”… De varios ya ni me acuerdo quiénes estaban involucrados.

Desde aquellos tiempos mucha agua sucia ha corrido bajo el puente y su densidad ha ido aumentando hasta alcanzar niveles colosales –el gobierno constitucional transitorio no se libró de la mugre-, lo que me lleva a decir que, sin negar que hubo casos emblemáticos en el pasado, estructuralmente la corrupción se instaló en Bolivia el 22 de enero de 2006.

Si bien los casos que mencioné al comienzo tuvieron cierta repercusión en su momento, dos de la primera época de régimen fueron particularmente escandalosos: El caso “Santos Ramírez-O’Connor-YPFB” y el caso “Consorcio de extorsión” manejado desde el Ministerio de Gobierno.

Del primero se supo luego del asesinato del empresario Jorge O’Connor (quizás si esto no ocurría, Santos Ramírez seguiría siendo parte de la rosca mafiosa del régimen). En toda su sordidez, entre los pormenores del crimen asociado al hecho mismo de contratos arreglados para beneficiar a los ejecutivos de la empresa estatal y a los jerarcas del gobierno, está la participación de propietarios de conocidos quilombos de La Paz. En principio, Morales Ayma respaldó a Ramírez, pero luego, para zafarse del bulto lo “sacrificó” y éste purgo pena carcelaria con cierta permisividad: este servidor lo vio un par de veces saliendo del penal y abordando un vehículo. Divulgué el hecho y la prensa lo recogió con titulares como “Santos Ramírez es visto en la calle, dicen que fue al médico”. Años más tarde, Ramírez apunto a Álvaro García Linera y Juan Ramón Quintana como autores del plan criminal.

En épocas más recientes, los casos de megacorrupción más escandalosos fueron el del Fondo Indígena (FONDIOC) y el que denominamos “Cara conocida/CAMC”. Cuando se hizo público aquel, Morales Ayma expresó “hacen escándalo de dos millones y medio”. Como se sabe, el monto del desfalco –repartido entre varias cuantas particulares de funcionarios del régimen y organizaciones afines- fue, según cálculos conservadores, cercano a los 183 millones de dólares. Lo paradójico del asunto es que sus autores gozan de libertad y de poder, mientras que el denunciante, Marco Aramayo, fue llevado a la muerte por el régimen con las decenas de juicios que le abrieron.

Podríamos llenar decenas de páginas con casos de menor cuantía, pero el más reciente, motivo, además, de esta columna merece cerrarla. El asunto, conocido a partir de la guerra sin cuartel en las filas azules, y cuya investigación ha sido declarada “en reserva”, es una muestra más de la podredumbre del régimen masista.

Unos a otros, dentro del régimen, se tildan de “corruptos”, “ladrones”, “maleantes”, lo que da la idea de su absoluta decadencia y de la necesidad de recambio en la política; lo paradójico es que hay un vacío de liderazgo y propuesta –aunque la sola idea de gente honesta ya es atractiva- en las filas democráticas.

Este panorama sombrío tiene, en mi criterio, una explicación: desde 2006, el MAS viene escribiendo el ABC de la corrupción.


miércoles, 24 de agosto de 2022

...y nació muerta

 


Hagamos memoria.

El señor Morales Ayma ganó inobjetablemente la elección de diciembre de 2005 y asumió la Presidencia el 22 de enero de 2006. En 2009, luego de un largo proceso que comenzó con la elección de constituyentes, en julio de 2006, se promulgó la CPE vigente que en su artículo 168 establece que se puede acceder a la reelección consecutiva por una vez. Para posibilitar, en las negociaciones previas, la viabilidad del texto, el propio Morales Ayma aseveró que “resignaba” una reelección probable –considerando el periodo 2006-2010 como el primero a objeto de su aplicación-. Hasta ahí, todo bien: Morales ganó la siguiente elección sin problema; todo legal.

Pero en 2013, el régimen, por medio del entonces Vicepresidente, interpone un recurso ante el Tribunal Constitucional, a sabiendas que éste ya estaba cooptado, y sin mayor empacho, el TCP emite una resolución en la que dictamina que el primer periodo de Morales Ayma no se contabiliza con miras a una hipotética reelección, habilitándolo así para las elecciones de 2015, no obstante lo anotado anteriormente y, entre otros datos, la emisión de una serie postal conmemorativa del segundo periodo presidencial éste –conservo imágenes de un par de estampilla con tal motivo-. Flagrante transgresión a la Carta Magna y a la palabra empeñada.

Nuevamente electo luego del favor recibido del TCP, a poco de haberse posesionado otra vez el mismo individuo, la maquinaria de régimen comenzó a urdir una estratagema para forzar, esta vez de manera indefinida, la reelección del caballero. Y no se le ocurrió mejor idea que convocar a un referéndum para tal efecto; referéndum que perdió –El susodicho había indicado que si esto ocurría se retiraba a su chaco, quinceañera incluida-.

Mientras Bolivia celebraba el triunfo del “NO”, las eminencias grises del régimen buscaban la fórmula para burlarse de la voluntad de la ciudadanía. Y al no encontrarla, la inventaron: sacaron de la galera una disparatada interpretación de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José) alegando que la reelección indefinida es un derecho humano y, por tanto, Morales Ayma podía repostularse ad infinitum. Por segunda vez, el TCP, sin tener la competencia para ello, emitió una resolución en favor de tal aberrante argumento. Con lo que el beneficiario de la misma se habilitó a las elecciones de 2019. Fraude, renuncias, huida, violencia dirigida desde afuera, amenaza de no provisión de alimentos a las ciudades y sucesión constitucional siguieron al penúltimo intento de Morales Ayma de permanecer en el poder.

El más reciente -¿último?- lo estamos viviendo estos días, aunque en condiciones bastante distintas a las de los anteriores. Si bien el personaje conserva lealtades en distintas instancias, quien tiene la firma de la chequera del Estado es otro y solo con la plata de la región que aprovisiona al narcotráfico no alcanza para levantar la maltrecha imagen del cocalero.

Uno se pregunta si la presentación de la candidatura del hombre fue un error de timing, un globo de ensayo, una simple chacreada política –o todo esto en uno- El punto es que el propio señor del Chapare tuvo que salir a desautorizarla. Imagino que, de haber tenido mejor acogida, estaría confirmándola.

Pensando en las elecciones judiciales de 2023 (perverso mecanismo) esta vez será Arce Catacora quien pondrá a “su gente” que ya en funciones, llegado el momento, podría procesar a su mentor. Sería una gran paradoja.

Por todo lo expuesto, me atrevo a decir que la candidatura de Juan Evo Morales Ayma para las elecciones de 2025 nació muerta, luego de un aborto séptico.


miércoles, 10 de agosto de 2022

Choquehuanca, el delirante

 


                                                                           
                                                                            Viñeta: El Día

Si hace dieciséis y medio años –tiempo que, con un breve lapso debido a la sucesión constitucional de 2019 y una beca internacional como Secretario General de la ALBA, lleva en el poder la persona sobre la que versamos en esta ocasión- nos pudo haber parecido que las sandeces que se despachaba el entonces Canciller, David Choquehuanca Céspedes, eran fruto de un pintoresquismo algo naif, acciones y declaraciones posteriores del susodicho dan cuenta de una suerte de extravío mental del sujeto en cuestión, producto de su manifiesta ignorancia, imagino, lo que valida aquello de “no hay cosa peor que un ignorante con poder”. También se comprueba que demasiado tiempo consecutivo en el ejercicio del poder ocasiona una enajenación de la que difícilmente se retorna.

No voy a repetir sus “clásicos” por ser ampliamente divulgados y ser siempre objeto de perplejidad, por decir lo menos, pero lo del reloj “a la inversa” que aún se erige en el Palacio Legislativo pinta de cuerpo al Vice. Como un legado “retrógrado”, la obsesión del segundo de a bordo por un supuesto pasado de miel y rosas por estas tierras tiene un carácter enfermizo. ¿Es o se hace?, habría que indagar, porque la historia desmiente las versiones idealizadas de las civilizaciones prehispánicas que poblaron esta parte del mundo. El solo hecho de la relativa facilidad con la que los conquistadores se impusieron sobre los imperios locales dice mucho del estado de descomposición interna en el que éstos se encontraban.

Como ocurrió con las Tablas de la Ley mosaica –si no había asesinatos, no hubiese sido necesario el “no matarás”, si no se cometía adulterio, no hubiese sido necesario el “no desearás a la mujer de tu prójimo”, y así…- admoniciones morales como “ama sua, ama q’ella, ama llula” se dictaron precisamente porque la gente robaba, mentía y “flojeaba”. Y, la lucha por el poder, con el agravante de ser entre consanguíneos, se tornó encarnizada.

En ese afán, don David ahora carga contra dos de los más grandes logros de la humanidad: la democracia y la educación, a las que, “de taquito”, agrega a las redes sociales, la comunicación abierta y la big data, entre otras florituras.

Sobre la democracia, el aprendiz de brujo se ufana de ponerle los santos óleos, o como se llame en su “cosmovisión”. ¡Cuántos, antes de él, hicieron lo propio y la democracia salió airosa de tales embates! Generosa como es, permite que quienes la denuestan lo sigan haciendo porque la libertad de expresión, consustancial a ella, así lo señala.

Nada nuevo, por cierto. Entre los registros que conservo está una publicación de un tal José Daniel Llorenti, “guerreri digital”: “Yo no soy demócrata, nunca lo fui, me parece falso decirse tal…”. O el abogado patrocinador de Lidya Patty, Nina: “El término de democracia es un término obsoleto que ya hemos superado”.

En cuanto a la educación, ya es archiconocida la postura de Choquehuanca sobre la lectura; más reciente es su recomendación a los jóvenes de no formarse en las universidades: “No es necesario ir a la universidad, porque en las universidades no te van a enseñar en lo que va a despertar a nuestros jóvenes, no les conviene” ha espetado. Claro, para ser narco como la escolar que anhela serlo, no es necesario cursar estudios superiores.

Hace dos siglos, la educación era un privilegio de hijos de familias acomodadas; luego se extendió como fenómeno promotor de movilidad social al conjunto de la colectividad. ¿Se opone a esto último el aludido?

Lo que realmente ocurre es que, en términos concretos, el etnonacionalista que se presenta como “El último Inca” es un (in)digno representante del fascismo del siglo XXI.


miércoles, 27 de julio de 2022

"Censibilidades"

 


El primer censo de la era democrática se lo hizo en 1992 y aunque la convención técnica recomienda hacerlos cada diez años, el siguiente ocurrió en 2001 –en alarde de eficacia, podría decirse-. Correspondía, entonces, hacer el próximo en 2011, pero fue postergado hasta 2012, con lo que quedamos “empates” en el “timing” censal.

Hasta hace unas semanas, el Gobierno se mostraba irreductible en su posición de efectuar nuevo censo este año cuando, a todas luces, estaba claro que quedaban varios asuntos pendientes de ejecución para su verificativo. Aunque el propio Ministerio de Planificación aseguraba tener un avance de aproximadamente 90% en la preparación del censo, la realidad lo desmentía y aconsejaba una prudente –repito, prudente- postergación hasta resolverlos.

¿Qué quiere decir prudente, en este caso? Pues no más de un año, entre seis y ocho meses en lo posible. Con el antecedente de 2011-2012, puede decirse que el MAS es lerdo en la planificación censal.

Y de pronto, el agente que decía que faltaba nada para efectuarlo, decide, en “consulta” con el Consejo Nacional de Autonomías, en ausencia del Gobernador de Santa Cruz, patearlo hasta 2024, lo que ha generado entendibles “censibilidades”, cuya primera manifestación ha sido un contundente paro en el departamento más extenso del país.

En casos como los de un censo ni las prisas (el de 2001 es una muestra de ello y lo argumentaré luego) ni las tardanzas (la etapa post censal de 2012 fue desastrosa) son buenas consejeras. Para el caso presente, el justo medio, es decir 2023, sería lo adecuado. Lejos del tira y afloja entre el Gobierno central y algunos gobiernos autónomos, la serena palabra del expresidente Paz Zamora va en tal sentido.

En febrero de 2010 escribí una columna titulada “Censo 2011” –que, como ya lo mencioné, acabó siendo en 2012- que comenzaba rememorando guarismos poblacionales del Potosí colonial, registrados en la crónica de Arzans de Orsúa y Vela, a quien denominé “estadístico” de la época. Transcribo algo de lo dicho entonces.

Casi de entrada (1545) nos brinda una estimación de la cantidad de gente que lo poblaba en ese momento: "Por septiembre de ese año, habiendo en Potosí más de 170 españoles y 3.000 indios comenzaron la fundación de la Villa, el capitán Villarroel, los dos Contentos (?) y Santardia" Ya para 1547 habla de "14.000 almas", -lo que en términos actuales llamaríamos "explosión demográfica"-, en 1611 ya mediante un empadronamiento –un censo– hecho "con cuidado y distinción" se contabilizó 160.000 almas. La última estimación hecha en el libro es la de 1701: "Se vieron en la plaza de Potosí más de 2 millones". Así de descomunal.

Un censo debe ser bien hecho y, lamentablemente, el último realizado en Bolivia, en 2001, no lo fue y es el causante del gran equívoco sobre el que se ha desarrollado un imaginario también cuestionable y una ideología aún más perniciosa: de aquel entonces data la idea de que Bolivia es mayoritariamente indígena (62% de autoidentificación étnica) gracias a una pregunta que no ofrecía la opción "mestizo(a)"

“El censo 2011, bien hecho, puede resolver tal controversia más, temo que al Gobierno no le haga mucha gracia un dato que pondría en entredicho la base de sustento de su discurso”.

Esta, la de 2023, es una oportunidad de oro para hacer un censo decente –el del 92 sigue siendo el mejor hecho hasta el momento, no obstante no contar con las facilidades tecnológicas de las que se dispone ahora-. Pero parece que al régimen no le interesa la decencia.


miércoles, 13 de julio de 2022

Va fan culo

 


De manera análoga a la forma de instrumentalizar las instancias estatales con la que los regímenes de Nicaragua y Venezuela socavaron la democracia, el de la corporación azulada no duda en cometer groseras torpezas en tal afán, aunque luego quede muy mal parado.

Así viene ocurriendo con las actuaciones judiciales en torno a lo que el régimen denomina “golpe de estado” en la medida en que mientras más testimonios afloran, va quedando más claro que tal cosa solo es fruto de la sed de venganza del señor Morales Ayma y de sus adláteres por no haber podido salirse con la suya –generar un vacío de poder en noviembre de 2019, lo que hubiese sumido al país en un caos de colosales proporciones- e intentar retomar el poder por otras vías –“guerra civil”, por ejemplo-. La sensatez de un grupo de líderes e instituciones de alto prestigio condujo a la sucesión constitucional que llevó a la pacificación y a elecciones, producto de las cuales el señor Arce Catacora es presidente de Bolivia.

Las revelaciones de algunos de los actores del proceso de reconducción institucional, particularmente las del expresidente Quiroga, ante la dejación del cargo presidencial y las sucesivas renuncias de personajes que, por instrucciones del jefazo, no asumieron el lugar que les correspondía, produjeron lo que bien se dio en llamar un “efecto búmeran”, producto del cual las tensiones dentro de la corporación se intensificaron. La insostenible versión del régimen se puede resumir, a estas alturas, así: Una vocinglera exdiputada que votó por la ampliación del mandato del Congreso, se la pasa despotricando contra todo aquel que no acata sus “instrucciones”, como lo hicieron en el caso de la expresidenta constitucional Áñez, expidiendo una sentencia al margen de todo debido proceso.

El más reciente exabrupto persecutorio que el régimen ha cometido es el absurdo proceso por “homicidio culposo” a través de un particular que alega parentesco con el presidente del Colegio Médico, Luis Larrea. El propio denunciante admitió que desde hace quince años no tenía contacto con el padre del acusado. Un rapto de vergüenza debió haber sentido la jueza al conocer el infame caso que dispuso la libertad pura y simple del aprehendido. En el interín, se filtró un audio en el que se escucha presuntamente al ministro de Salud instruyendo montar casos contra el gremio médico. Mientras tanto, la atención en salud de la población se encuentra en deplorable situación.

Hace una semana, durante la conferencia que brindó el Secretario General de la Juventud Socialista Internacional (IUSY), Ricard Torrel i Blanquet, en el marco de la Cátedra “Nelson Mandela”, le hice una pregunta a propósito del deplorable rol que viene desempeñando el exjefe de Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero quien anda en afanes de legitimar las autocracias latinoamericanas como las mencionadas al comienzo de esta columna –hace poco estuvo en nuestro país, en plan de zalamería con Morales Ayma-.

El moderador, Julio Aliaga Lairana, leyó mi pregunta y el expositor, a su vez, le preguntó si podía responderla en italiano, a lo que el primero comentó “no sé si se entenderá, pero adelante”. Enseguida, Torrel soltó la interjección “Va fan culo” que, según el caso, tiene más de una equivalente en castellano; quizás la más aproximada al presente sea “que se joda”, para luego lamentar que, a pesar de ser su amigo, no puede admitir el extravío en que se encuentra el aludido.

Dicho esto, me permito dedicar el título de esta columna a quienes, desde el poder, quieren minar la democracia y sus instituciones. Ya les han infligido enorme daño y ya viene siendo tiempo de recuperarlas.


viernes, 1 de julio de 2022

Sesenstones

 


Comienza julio y hay asuntos candentes de los que ocuparse. Mi dilema es si me refiero a alguno de ellos o, para no hacerlo a posteriori, dejar pasar la oportunidad de escribir una de esas columnas que se publican cada diez años –aunque dudo de que en 2032 lo vuelva a hacer, no por mí, sino por ellos-. Así es que he optado por celebrar antes que por cuestionar.

Si bien ya llevaban algunos meses abriéndose cancha en la escena musical londinense, la historia, que remite a evidencias y no a supuestos, signa el 12 de julio de 1962, en el Marquee Club de Londres, como la primera presentación oficial de los Rolling Stones en público. Hay un afiche que así lo documenta. En tal fecha de este año, habrán transcurrido sesenta años, ¡seis décadas!, desde entonces.

Podría pensarse que un homenaje o cualquier manifestación de conmemoración del aniversario del grupo debería tener un tono de “aquellos buenos tiempos pasados” o de irremisible nostalgia. Pero no; por si usted no está al tanto, la banda se encuentra a poco de terminar una gira por Europa –en todos los escenarios a tope de aforo- solo interrumpida porque Mick Jagger contrajo COVID-19, pero se repuso rápidamente y la maquinaria Stone volvió a rodar. Se dice, a manera de chanza, que el alza de los tipos de interés en Suiza, cosa que no ocurría desde 2007, se debió a la cancelación de su concierto en Berna, casualmente por la misma fecha.

Celebrar a los Sesenstones es hacerlo en tiempo presente. No tienen la menor intención de jubilarse –les sobra dinero para “disfrutar” de la vida- porque no la entienden sin hacer lo que aman y, de paso, hay un mercado insaciable por su show. El célebre libro “Principios de Economía” de Gregory Mankiw dedica, al comienzo de la obra, un pequeño apartado al fenómeno: “El hecho de que Mick Jagger estudiara en la Escuela de Economía de Londres (London School of Economics) quizá no le ayudó a cantar mejor, pero probablemente sí le sirvió al momento de invertir la gran cantidad de dinero que ha ganado durante su carrera como cantante de rock”, seguido de “Cuando en 2005 le preguntaron al exestudiante de economía, Mick Jagger, por qué los Rolling Stones iban a salir de gira otra vez, contestó: ‘Oferta y demanda’. Keith Richards agregó: ‘Si la demanda está ahí, nosotros ponemos la oferta’”.

En este largo camino han ido desapareciendo piedras –Brian Jones, en 1969, y Charlie Watts, el 2021, por fallecimiento; Mick Taylor, sustituto de aquel, en 1975 y Bill Wyman, en 1994, por decisión personal de dejar la banda- pero la historia continuó porque el núcleo Jagger-Richards (con la inestimable fuerza de Ron Wood, firme desde 1976) no se rompió, aunque hubo temporadas muy conflictivas en la relación. Suelo decir que, a diferencia de los Beatles, los Rolling Stones fueron más grandes que sus problemas y así parece que será hasta que Dios -o el diablo- lo permita.

Llegar a los 60 como grupo –en inglés se dice “band” y se suele jugar con el similar “brand” (marca) para remarcar el carácter empresarial del mismo- es de una singularidad casi milagrosa, máxime tratándose de un colectivo que tuvo una época de excesos, particularmente Keith Richards, quien en diciembre cumplirá 79, mientras que su yunta, Jagger, lo hará justamente este mes, el 26.

Casi no hablé de su música, ¿verdad? Es que sobre eso hay infinidad de material. Lo que puedo señalar es que, en su amplísimo reportorio creativo tiene temas para todo estado de ánimo y casi sobre cualquier asunto que a uno se le ocurra. Lo más reciente de ellos es una especie de himno de los tiempos de pandemia: “Living in a ghost town” (viviendo en una ciudad fantasma).

¡Larga vida a los Rolling Stones!.


miércoles, 15 de junio de 2022

Diez Áñez para Moral-less

 



Mientras que en lo político pueden darse diversas versiones de una situación, incluso antojadizas que, a fuerza de repetirse, acaban por ser tomadas como válidas por la población, lo jurídico debe ceñirse a la veracidad de los hechos de la forma más objetiva posible. Cuando lo político interfiere con lo jurídico no hay condiciones para el debido proceso en términos ordinarios, ergo, cualquier acto en tales términos tiene la solidez de un bolo de coca. Hay juicios políticos, desde luego, los cuales se sustancian en juicios de responsabilidades, lejos de los estrados de la justicia ordinaria, en el Congreso. En un Estado de Derecho, la caracterización de una u otra vía está claramente asumida y no hay eso de “como no hay mayoría calificada (2/3) para condenar a un sujeto, vamos por la vía ordinaria (o por la “justicia originaria”)”. Y, por lo visto, la intención no es juzgar; la intención es condenar, así sea por procedimientos torcidos.

Voy a enumerar una secuencia en diez momentos (uno por año de sentencia a la expresidenta constitucional Jeanine Áñez) que evidencia la inconsistencia de la caracterización (golpe de Estado), como la prosecución y el fallo infame que evacuó la “justicia” del régimen.

1)    Engolosinado con el poder, y ante la imposibilidad constitucional de postularse indefinidamente (ya había forzado su repostulación el anterior periodo) el Sr. Moral-less convoca a un referéndum para la modificación del artículo de la CPE que le impide hacerlo. Probablemente una senadora de apellido Áñez apenas se estaba acostumbrado al curul que consiguió con el voto de sus paisanos, seguramente los únicos que la conocían hasta entonces.

2)    El 21 de febrero de 2016, el Sr. Moral-less recibe un sopapo de parte de la ciudadanía que lo pone en su lugar. El derrotado por la historia había declarado que, si ello ocurría, se retiraría a su cato con su quinceañera. Como muchos, seguramente la desconocida senadora votó por el “NO”.

3)    Incumpliendo su compromiso, el Sr. Moral-less recurre a una patraña y consigue que el Tribunal Constitucional, que está a su servicio, sentencie que la reelección indefinida “es un derecho humano”. La aún ignota Áñez debió haber renegado como la mayoría de la ciudadanía que se sintió burlada por el régimen.

4)    Con la bendición del TC, el Sr. Moral-less se habilita para las elecciones de 2019. Mientras sigue su curso normal, el recuento de votos lleva indefectiblemente a una segunda vuelta, pero, una providencial interrupción de mismo cambia la tendencia y lo da por ganador en primera vuelta. La tal Áñez habrá sentido la misma indignación que la ciudadanía. Todavía pocos saben de su existencia.

5)    Iracunda por tanta burla –todo tiene un límite- la ciudadanía comienza a salir, pitita en mano, a defender su voto. Áñez aún no existe.

6)    Luego de 21 día de resistencia ciudadana, el Sr. Moral-less renuncia y por consigna, comienzan a hacerlo sus partidarios que se encuentran en la línea de sucesión para producir un vacío de poder. Curiosamente, el órgano oficial titula “Renuncia y desgobierno”, lo que grafica con precisión el momento. Como otros parlamentarios, Áñez se repliega a su región; a nadie le importa.

7)    Ante la situación, se sigue, ipso facto, dicha línea y “¿quién es esta señora?” y el país se entera de que había una segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores: Jeanine Áñez Cávez. ¡Quéste el golpe!

8)    Mientras degustaba un chivé, como dice Mario Cronembold, Áñez se entera de que le corresponde asumir la Presidencia y, valientemente, acepta conducir una transición que tiene por objeto la pacificación y la convocatoria a elecciones. El Sr. Moral-less, que había huido cobardemente, instruye incendiar el país.

9)    Ya en funciones, se consigue la pacificación y se convoca a elecciones, pero se comenten actos de corrupción (harina de otro costal), principalmente con los gases y los respiradores. Y Áñez comete el peor error: postularse para Presidente en las elecciones.

10)  En reunión partidaria, una vez retornado el régimen masista al Gobierno, el Sr. Moral-less instruye juicio ordinario y los jueces a su servicio emiten sentencia. Sobre la misma, algún rato haré otro decálogo.