jueves, 30 de enero de 2014

Para seguirte mejor

Tengo la sensación de que me he librado de un pesado fardo al no estar del lado de los seguidores del señor Juan Evo Morales (JEM). Y aunque no soy seguidor de nadie en particular, sí me reconozco como compañero de ruta de otros en razón de afinidad ideológica, cosa que tampoco me ocurre con el mencionado.

Es que serlo –fan de Su Excelencia, digo- podría ser el camino más expedito para acabar en un manicomio; pues, como es sabido, es característica de un fanático el justificar mecánicamente lo que diga o haga el objeto de su adoración.

No quiero ni imaginar el ch’enko mental de los miembros del club de fans de JEM, que un día tienen que salir a defender una de sus ocurrencias y al siguiente otra, la contraria, respondiendo así a los recurrentes cambios de humor del personaje.

Hace un año, JEM, siguiendo un libreto chavista, se refería a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en estos términos: "una base militar financiada por EEUU" anunciando, asimismo que el “Estado Plurinacional” se retiraría de dicha instancia internacional.

Anteriormente, el régimen había decidido salirse del Consejo Internacional de Arbitraje de Inversiones (CIADI), arguyendo la parcialización de éste con los inversores.

No hace mucho, sin embargo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Costa Rica) falló a favor del país en una demanda interpuesta por ciudadanos peruanos.

¿Y con qué nos sale JEM ahora que Bolivia ha presentado una demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia? "Yo tengo mucha confianza en los tribunales internacionales", dice, descolocando, en principio, a sus incondicionales, quienes rápidamente se ponen en modo “Que vivan los tribunales internacionales”.

Ahora bien, dada la esquizofrenia “moralista”, nada garantiza que ante un fallo contrario a los intereses del régimen, los tribunales internacionales vuelva a ser lo peor del mundo y, obviamente, la fanaticada de JEM salga a lanzar piedras contra una embajada reducida a su mínima expresión en estos años.

Y así, son varios los asuntos en los que la hinchada azul ha sido llevada de un extremo a otro; el medioambiente, la autonomía, el asunto marítimo, la Coca Cola, la austeridad…


Coda: ¿No hubiera sido más “fashion” que la lujosa flotilla presidencial recientemente comprada para JEM funcionara a GNV? No vaya a ser que la Pachamama se enoje…

jueves, 16 de enero de 2014

¡A quién le importa!


Estimado(a) lector(a): Es probable que la marraqueta con la que usted acompañó su desayuno haya sido hecha con harina “made in USA”, que la papa que le espera en el almuerzo sea de origen peruano, o que las uvas del postre hayan venido desde Chile.

Ciertamente, a la hora de ingerir, uno no se pone a analizar de qué lugar provienen los distintos alimentos que llevamos a la boca; lo que importa es que, de cualquier manera, hubieran llegado a la mesa.

Y la verdad es que, por el momento, comida no va a faltar. Los altos ingresos que el extractivismo reporta al país hacen posible que se importe lo necesario para no pasar hambre.

¡A quién le importa que, tarde o temprano, los precios de las materias primas se desplomen y el país se encuentre con que donde ayer había fruta, por ejemplo, la coca la había desplazado para alimentar al narcotráfico! ¿Ingresaremos a una dieta de coca? dicen que es nutritiva. Otras opciones: comer satélite, comer Dakar.

Veamos algunos datos. Según el IBCE, la importación de frutas creció de 4 millones de dólares en 2003 a 19 millones hasta noviembre de 2013; esto quiere decir que, en 10 años –de los cuales ocho son del actual régimen- el monto creció en casi 5 veces más, y el volumen – de 20 mil a 42 mil toneladas- se duplicó.

En otro caso, el del arroz, tenemos que Bolivia lo importó en 2013 quince veces más que en 2012 -saque usted la conclusión en caso de que la tendencia se mantenga-. En 2012, entre enero y noviembre, se importó 1.6 millones de dólares de arroz, mientras que en el mismo periodo de 2013, se importó 16.7 millones, siempre de acuerdo al IBCE.

Los factores para ello son varios. Ya anoté, a manera de hipótesis, el del crecimiento de la coca que depreda los campos frutales y otros, también se suma que algunos alimentos importados llegan al consumidor a menor precio que los de producción local, y también influyen los desastres naturales. Pero la cosa va más allá, he leído que, tal como van las cosas, en un futuro cercano, ¡Bolivia estaría importando quinua!.

Todo ello, en medio de pomposos discursos oficiales sobre la “soberanía alimentaria” con los que el propio Presidente se llena la boca. De momento, son pocos los alimentos no importados los que llenan el estómago de los bolivianos. Pero, ¡A quién le importa, ¿no…?! ¿Acaso no nos sobra plata?

jueves, 2 de enero de 2014

Cuestión de "toma y dakar"

Este domingo largará en Argentina la emblemática prueba, en principio deportiva, que lleva el nombre de la capital de Senegal como marca, un símbolo de la globalización, que en dos de sus categorías –motos y “cuadras”- pasará por territorio boliviano.

En los otros dos países por los que el “Dakar” hará su paso -el ya mencionado y Chile- no parece haber causado mayor conmoción, salvo débiles reclamos ambientales, por lo que éste se desarrollará en el marco correspondiente a una competición deportiva, espectacular como pocas.

Es sólo en el dichoso “Estado Plurinacional” que el asunto viene acompañado de otras connotaciones, mismas que inclusive, así sea en lo puramente discursivo, han puesto en duda, a pocos días de su verificativo, y con toda la expectativa inducida, su realización en nuestros pagos.

No creo, ni lo deseo, que las amenazas contra el evento se hagan realidad. Y no porque me simpatice el régimen, que finalmente, luego de fracasar en sus gestiones para hacer de Bolivia la sede del “Miss Universo”, logró anotar al país en el mapa dakariano.

Acá comienzan, justamente, las primeras observaciones extradeportivas a la “fiesta” en cuestión porque factores ideológicos y políticos se entremezclan con el ruido de motores. ¿Qué hubiera ocurrido, conjeturando, si hubiese sido un gobierno “neoliberal” al que le tocara en suerte acoger parte de la carrera en territorio boliviano? ¿No hubieran salido, acaso de los “movimientos sociales”, las consabidas condenas a un supuesto “imperialismo y colonialismo” que insultaría la soberanía? ¿No estarían precisamente quienes hoy, desde el poder, se auotoalaban por “mostrar la belleza de Bolivia al mundo”, boicoteando la prueba en nombre de los “originarios”?...

Es en estas circunstancias que una organización desprendida del “Pacto de Unidad” que manejaba el MAS, echa mano del “Dakar” como carta de negociación para que el régimen libere a su sede del asedio policial que impide a sus dirigentes, elegidos de acuerdo a sus normas, ejercer sus funciones.

El régimen, por su parte, advierte con aplicar el rigor de la ley contra quienes intenten impedir el paso de los motorizados por la zona de la carrera por “atentar contra la imagen de Bolivia y provocar reacciones internacionales”.

Así pues, la política en el “Estado Plurinacional” parece haberse convertido en una cuestión de “toma y dakar”.