miércoles, 22 de mayo de 2019

¿Avala la OEA el narco?

                                                              Viñeta: Javier Menchaca


El sonado caso de narcovínculos gubernamentales, conocido como “Montenegro”, ocupa los titulares de estos días; pero pocos recuerdan que en septiembre de 2008, si no me falla la memoria, uno similar –en cuanto a gente cercana al régimen, policías y operadores antinarcóticos- ocurrió en las entrañas mismas del territorio cocainero. Se lo conoció como “El clan Terán” por haber sido cometido por miembros de tal familia chapareña. Dos hermanas de la exasambleísta constituyente Margarita Terán fueron encontradas con las manos en la blanca (147 kilos). Luego se supo que el hermano que trabajaba en la institución encargada del control de narcóticos, era quien permitía que la “merca” pasara dicho control. La mencionada dama se libró de un proceso bajo el argumento de que “los delitos son personales” aunque es dudoso que no supiera de dichas tropelías y que al no denunciarlas estaría incurriendo en encubrimiento. Una explicación menos elegante es que a dicha señorita se la hubiese excluido por haber sido una “cara conocida” (caracterización que el Presidente usó para una de sus parejas, que bien podría aplicarse a otras) del señor Morales Ayma. En la actualidad, Terán se desempeña como ejecutiva de las cocaleras del Chapare.

En su visita al país, en 2014, el entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ya advertido del “corralito” que le tenía preparado el régimen se mostró muy cuidadoso a la hora de recibir homenajes. Muy bien asesorado, no se prestó al juego de hacerse poner la guirnalda de coca con la que Morales Ayma utiliza a sus visitantes para propagandizar el producto del Chapare; en su lugar, lució una de flores. El régimen no se dio por derrotado e intentó engatusar a Ban con una torta de coca preparada en honor de su cumpleaños; éste, guardando las formas, actuó con la frialdad que requería el momento: sopló las velitas, pero nada de morder el anzuelo. De haberlo hecho –el guirnaldazo cocainero o la probada de torta- la viveza de Morales Ayma propagaría que “La ONU apoya la producción coca(ína) en el Chapare”. El Papa también fue bien asesorado para no pisar el palito.

¿Por qué traigo a cuento estos episodios? Sencillamente porque, ya fuera por mal asesoramiento o por exceso de entusiasmo, al señor Luis Almagro, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), comprometió seriamente a la institución panamericana al ligarla con el tráfico de cocaína con su curioso comportamiento que no condice en absoluto con el de alguien que llega al país en visita oficial.

El citado personaje no vino en calidad de amigo de juerga del señor Morales Ayma. Lo hizo en representación de la máxima entidad supranacional de América; por tanto, sus actos no los realiza a título personal: comprometen a la propia OEA. Ni la ONU, ni el Vaticano cayeron en la trampa. ¿Qué pasó con la OEA?

¿No le dijeron los asesores locales de la Organización que el régimen se caracteriza por aprovecharse de las personalidades? ¿No le advirtieron sobre los nexos de la pareja de baile que le “tocó”? Y si lo hicieron, ¿Almagro actuó por su cuenta y riesgo?

Con sus desvaríos, el señor Almagro consiguió lo que nadie antes pudo hacer: dejar la imagen de la OEA por los suelos. Si esto ocurrió por errores de la representación local, deberán rodar un par de cabezas; si fue por cuenta del propio Almagro, que es lo más probable, deberá rodar la suya. Sin la purga necesaria, la organización estaría, implícitamente, dando su aval al narco.

Cierro con una cita de Claudio Ferrufino: “Luis Almagro, que en su momento pareció sobrio, ha perecido ante la baba verde del imperio cocalero.”


miércoles, 8 de mayo de 2019

Clonazepam para el régimen





Como van las cosas, al régimen ya no le será suficiente aplicarse un ungüento paliativo para aliviar sus dolores. Así lo hizo luego de su derrota en el referéndum del 21 de febrero de 2016 y luego de haber sido humillado en las elecciones judiciales del 3 de diciembre de 2017. Maltrecho y aturdido, se dio modos, sin embargo, de torcer la voluntad popular para desconocer el resultado del primero e imponer a sus operadores judiciales en las segundas.

Asimismo, el régimen logró aplacar varios achaques provenientes de sus entrañas: el “Zapatagate”, Fondioc, caso “Ostreicher”, ejecuciones extrajudiciales y los “33 camiones”, entre los más emblemáticos; hechos que aún esperan ser esclarecidos por tribunales independientes, cosa solo posible con un cambio de gobernantes cuyo accionar restituya el Estado de Derecho en Bolivia.

La situación por la que atraviesa hoy el régimen es algo distinta. Me explico: escándalos de corrupción y crimen como los mencionados se fueron presentando en tiempos sucesivos; en este momento, el régimen afronta tres gruesos males que amenazan con ponerlo entre las cuerdas. Esto ha afectado a su sistema nervioso periférico y no sabe cómo manejarlo -quizás altas dosis de Clonazepam pudieran paliar en algo sus padecimientos-.

La primera neuropatía tiene que ver justamente con el escándalo que involucra al régimen con el robo consentido que benefició a la empresa Neurona –asunto del que me ocupé hace un mes-. Cuando todo hacía parecer que los cómplices locales del asalto iban tomando control del tema mediante el viejo truco de prometer una investigación, unas fotos (auténticas) acompañadas de textos (¿tendenciosos?) colgados por el “man” de Neurona se armó un intríngulis de explicaciones y aclaraciones que desarticuló la línea distractiva del régimen. La ciudadanía, entretanto, optó por aplicar el aforismo cachístico “lo que se ve, se anota”.

El segundo colapso nervioso lo causó la muy comedida diputada Susana Rivero quien, en su afán de quedar bien con el Jefazo acabó haciéndole un flaco favor. De una gravísima acusación de “narcovínculos”, pasó casi a una de infracción de tránsito, ocasionando, con sus devaneos, fortalecer la figura del candidato Mesa, dada la alta exposición mediática que, graciosamente, le brindó. Una auditoría de medios podría evidenciar que, durante las dos últimas semanas, la presencia del dicho candidato opacó a la del Secretario Ejecutivo de la Federación de Cocaleros de Trópico, a la sazón Presidente de Bolivia. El MAS, hablando en buen romance, no sabe cómo desfacer el entuerto provocado por la señora “Tsusanami”.

El tercer ataque a su sistema nervioso es de magnitud colosal y, definitivamente, lo está consumiendo. Obviamente me refiero al causado por la irrupción en escena de un narcopolicía quien hace palidecer a otros como el célebre Jefe de Inteligencia del régimen, Sanabria, quien guarda detención en una prisión del imperio.

Nuevamente, el régimen se complica en sus propias contradicciones y no parece capaz de salir medianamente bien librado de su propio pecado original: el régimen sostuvo al coronel Medina durante más de una década y ahora pretende negar tres veces al mafioso al que apadrinó generosamente. La profusión de fotografías y vídeos (auténticos) que ligan a operadores del régimen con narcotraficantes habla por sí sola. Roger Pinto (QEPD) la tenía clara y el régimen la emprendió contra su persona. Desde donde esté, el ex parlamentario debe tener puesta una de sus manos en el mentón.

Esta simultaneidad de asuntos en extremo complicados, me hace pensar que el régimen anda metido en poncho de once varas.