miércoles, 19 de mayo de 2021

Procurando borrar los hechos

 

                                                  Viñeta: El Día


Con estupor, estamos viendo cómo el aparato jurídico-político (TCP, Fiscalía, Judicatura, Procuraduría, etc.) del régimen de Morales Ayma está bordeando los límites de la demencia en su afán de complacer los dictados del cocalero y su entorno quienes ordenan falsificar el desarrollo de los acontecimientos posteriores al fraude que cometieron, mismo que desencadenó el enfado de la ciudadanía y que acabó con la huida, previa renuncia al vuelo, de algunas autoridades, entre ellas la del propio Morales Ayma.

Desde el comienzo del gobierno de Arce Catacora, dicho aparato se ha dado a la tarea de proveer las “evidencias” que puedan sustentar la peregrina idea de que lo ocurrido aquella vez fue un “golpe” y no, como efectivamente ocurrió, una sucesión constitucional que se resolvió en quien asumió la presidencia ante el vacío de poder ocasionado por la seguidilla de renuncias –cuyo objetivo era, desde luego, generar un prolongado vacío que generase una situación de “guerra civil”, con el huido a buen recaudo en el exterior-.

De todos los absurdos que para complacer al señor Morales Ayma han sido proferidos por dicho aparato, el de la Procuraduría General del Estado es, probablemente, el más delirante.

En resumen, el titular de la entidad arguye que como las renuncias no se trataron en reuniones regulares del legislativo, éstas nunca sucedieron. De entrada, la chicana es burda dado que no considera el contexto en el que las renuncias fueron presentadas; pero, como argumentaré más adelante, esta patraña podría terminar hundiendo más a quienes el Procurador intenta defender.

Antes de ello, así parezca reiterativo, es necesario repasar las manifestaciones de distintos organismos y personas que desestiman la forzada versión del “golpe” y, por consiguiente, abonan a la evidente, es decir a la de la sucesión constitucional. Suscribo, en el camino, la posición de Roger Cortez y otros en sentido de que, si hubo golpe, éste ocurrió cuando el régimen de Morales Ayma se orinó en la decisión ciudadana del 21F que ponía coto a su ambición de reelección indefinida y comenzó a urdir, utilizando al TCP para su propósito, la grotesca idea de la reelección indefinida como derecho humano.

En principio, fue la auditoría con carácter vinculante solicitada por Morales Ayma a la OEA, la que desahució el resultado de las elecciones de 2019 por haberse comprobado serias irregularidades a lo largo de su desarrollo. Aunque no se menciona en la auditoría, el propio Secretario General de la OEA tradujo lo que todos sabían: fraude.

Ratificando dicho documento y aportando mayor contundencia, el Parlamento Europeo señaló explícitamente la sucesión constitucional y demandó el cese de la detención de la expresidenta constitucional, Sra. Áñez.

Valiosos testimonios de lo que ocurrió en la reunión que hizo posible la resolución constitucional de la crisis de octubre/noviembre de 2019, incluidos los de gente afín al cocalero, quien estaba enterado de cada decisión que se tomó en la misma, no dejan lugar a duda: la seguidilla de renuncias condujo a quien quedaba luego de todas ellas a ocupar el vacío que ocasionaron.

Volvamos a la ocurrencia de la Procuraduría. Si se la toma en serio y se asume que no hubo renuncias (recordemos que el MAS tenía dos tercios), querría decir que las exautoridades incurrieron en abandono de funciones, lo que las haría sujetos de proceso; por tanto, Morales Ayma y compañía resultarían siendo hundidos por su propio compinche. También implicaría que todo lo obrado por los gobiernos sucesivos, incluido el de Arce Catacora, sería nulo de pleno derecho, un limbo jurídico que solo existe en quienes están procurando borrar los hechos.


miércoles, 5 de mayo de 2021

Una resolución contundente

 



Allá por 2009, si mal no recuerdo el año, recibí una invitación para un encuentro con una comisión de europarlamentarios que, según se decía, querían escuchar diversos puntos de vista sobre la situación que, por entonces, atravesaba Bolivia.

Las señales del régimen de Morales Ayma ya daban una idea de lo que vendría después, dada la tendencia de éste y de sus operadores más cercanos a eternizarse en el poder a cualquier precio. Acudí a la cita con gran entusiasmo por la posibilidad de transmitir personalmente este criterio a los visitantes.

Una vez ante el grupo de media docena de representantes del PE, hice una breve exposición sobre tal escenario. Pero cuando éstos, uno a uno, respondieron a mi alegato democrático, comprendí que no habían venido a escuchar(nos), sino a decirnos que los bolivianos deberíamos sentirnos afortunados de tener a un indígena en el poder. Uno en particular, el belga, bien podría haber sido el presidente del club de fans de Morales Ayma en Europa; recitaba con excitación su panegírico, solo le faltaba babear.

Nada para extrañarse. Por aquellos tiempos, Europa le rendía pleitesía al “buen salvaje”, cosa que éste aprovechaba para romper todo tipo de protocolo cuando era recibido por reyes, primeros ministros, presidentes e intelectuales. Todo le era permitido en nombre de su origen. Acá mismo fui testigo de “enamoramientos” con la figura del cocalero de un par de diplomáticos del viejo mundo. Curiosamente, en conversaciones con diplomáticos estadounidenses de la época, notaba una extrema consideración, admiración inclusive, por el susodicho. Pudo más el discurso “antiimperialista” que la posibilidad de establecer vínculos estrechos con la Unión.

Pasada una década del encuentro que mencioné, nuestras previsiones quedaron cortas: el individuo en cuestión y sus valedores, se dieron a la tarea de socavar todo vestigio institucionalidad y se lanzaron a la conquista del poder total y eterno. La expresión más grosera de tal propósito fue la de ignorar la voz de la ciudadanía puesta de manifiesto en el referéndum del 21F en la que a un solo grito se ponía coto a la voracidad dictatorial de sus convocantes. Muy servicial, el TCP resolvió, falacias mediante, habilitarlo con carácter indefinido. El resto de la historia es por demás conocido: se postula y, mientras se va efectuando el recuento de votos que conducirá indefectiblemente a la segunda vuelta, instancia en la que todas las encuestas coinciden en que el ganador no sería él, el TSE detiene el conteo y, misteriosamente, horas más tarde, da como ganador a Morales. Fraude consumado. La ciudadanía ya no soporta tanta burla y luego de 21 días, quien decía que “solo muerto” iba a dejar el palacio toma las de Villadiego arropado por sus amigotes mexicanos. Se produce un vacío de poder. Los sucesores reciben la orden de renunciar. Así lo hacen. Pero la línea sucesoria no se rompe y recae en la señora Áñez. Como diría María Conchita Alonso, “esa es la historia”.

El tiempo ha hecho también que Europa se percatase de que debajo de la colorida chompita hay un personaje de terror, capaz de maquinar los relatos más perversos con tal de asegurarse el poder. Y el Parlamento Europeo ha emitido una contundente resolución que se suma a pronunciamiento de la OEA, de Estados Unidos y de otros foros y estados.

Como podía esperarse, sintiéndose aludido, el cocalero ha descargado su artillería contra la UE. El estribillo es el de costumbre y ya no sirve para engañar al mundo: “Que quede claro: la sucesión presidencial en 2019 fue constitucional. La UE, entre otros, apoyó la auditoría de la OEA” (Dita Charanzová, vicepresidenta del Parlamento Europeo.