viernes, 1 de julio de 2022

Sesenstones

 


Comienza julio y hay asuntos candentes de los que ocuparse. Mi dilema es si me refiero a alguno de ellos o, para no hacerlo a posteriori, dejar pasar la oportunidad de escribir una de esas columnas que se publican cada diez años –aunque dudo de que en 2032 lo vuelva a hacer, no por mí, sino por ellos-. Así es que he optado por celebrar antes que por cuestionar.

Si bien ya llevaban algunos meses abriéndose cancha en la escena musical londinense, la historia, que remite a evidencias y no a supuestos, signa el 12 de julio de 1962, en el Marquee Club de Londres, como la primera presentación oficial de los Rolling Stones en público. Hay un afiche que así lo documenta. En tal fecha de este año, habrán transcurrido sesenta años, ¡seis décadas!, desde entonces.

Podría pensarse que un homenaje o cualquier manifestación de conmemoración del aniversario del grupo debería tener un tono de “aquellos buenos tiempos pasados” o de irremisible nostalgia. Pero no; por si usted no está al tanto, la banda se encuentra a poco de terminar una gira por Europa –en todos los escenarios a tope de aforo- solo interrumpida porque Mick Jagger contrajo COVID-19, pero se repuso rápidamente y la maquinaria Stone volvió a rodar. Se dice, a manera de chanza, que el alza de los tipos de interés en Suiza, cosa que no ocurría desde 2007, se debió a la cancelación de su concierto en Berna, casualmente por la misma fecha.

Celebrar a los Sesenstones es hacerlo en tiempo presente. No tienen la menor intención de jubilarse –les sobra dinero para “disfrutar” de la vida- porque no la entienden sin hacer lo que aman y, de paso, hay un mercado insaciable por su show. El célebre libro “Principios de Economía” de Gregory Mankiw dedica, al comienzo de la obra, un pequeño apartado al fenómeno: “El hecho de que Mick Jagger estudiara en la Escuela de Economía de Londres (London School of Economics) quizá no le ayudó a cantar mejor, pero probablemente sí le sirvió al momento de invertir la gran cantidad de dinero que ha ganado durante su carrera como cantante de rock”, seguido de “Cuando en 2005 le preguntaron al exestudiante de economía, Mick Jagger, por qué los Rolling Stones iban a salir de gira otra vez, contestó: ‘Oferta y demanda’. Keith Richards agregó: ‘Si la demanda está ahí, nosotros ponemos la oferta’”.

En este largo camino han ido desapareciendo piedras –Brian Jones, en 1969, y Charlie Watts, el 2021, por fallecimiento; Mick Taylor, sustituto de aquel, en 1975 y Bill Wyman, en 1994, por decisión personal de dejar la banda- pero la historia continuó porque el núcleo Jagger-Richards (con la inestimable fuerza de Ron Wood, firme desde 1976) no se rompió, aunque hubo temporadas muy conflictivas en la relación. Suelo decir que, a diferencia de los Beatles, los Rolling Stones fueron más grandes que sus problemas y así parece que será hasta que Dios -o el diablo- lo permita.

Llegar a los 60 como grupo –en inglés se dice “band” y se suele jugar con el similar “brand” (marca) para remarcar el carácter empresarial del mismo- es de una singularidad casi milagrosa, máxime tratándose de un colectivo que tuvo una época de excesos, particularmente Keith Richards, quien en diciembre cumplirá 79, mientras que su yunta, Jagger, lo hará justamente este mes, el 26.

Casi no hablé de su música, ¿verdad? Es que sobre eso hay infinidad de material. Lo que puedo señalar es que, en su amplísimo reportorio creativo tiene temas para todo estado de ánimo y casi sobre cualquier asunto que a uno se le ocurra. Lo más reciente de ellos es una especie de himno de los tiempos de pandemia: “Living in a ghost town” (viviendo en una ciudad fantasma).

¡Larga vida a los Rolling Stones!.


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