miércoles, 17 de noviembre de 2021

Keep calm y vacúnese, Sr. Choquehuanca


                                              Viñeta: El Deber

Hace unos cuarenta años, cuando comenzaba a interesarme en el periodismo de opinión, leí una columna titulada “Ca-tras-ca”, firmada por un tal Robert Shaves Ford, que, según era el pseudónimo de Roberto Chávez Foronda –al margen de que no hay mucha huella del mismo, no es mi intención ocuparme de la persona-. El sonido del término me encantó. Ni siquiera recuerdo el contenido del artículo. En aquel momento, y hasta hace unos minutos, lo asociaba a una onomatopeya de ruptura de algo al caerse –algo así como ¡Cataplam!, para referirse a un golpe-.

Pues resulta que “catrasca” había sido una palabra con entidad propia que paso a definir: cuando uno comete un error tras otro estamos ante una catrasca (a quien incurre en este comportamiento se lo conoce también como catrasca). Para ahondar en el sentido de esta palabreja, solo hay que descomponerla en sus tres sílabas, tal como lo hizo Shaves, y tenemos “cagada-tras-cagada”; con lo que podemos decir que tenemos un Gobierno catrasca.

Entre quienes más aportan a esa caracterización se encuentra el inefable Sr. Covid Choquehuanca, Vicepresidente de Bolivia, a la sazón, quien, además, ha estado, con breves intervalos, más de una década en las altas esferas del poder. Conocidas son varias de las cagadas que fue expulsando durante su gestión como Canciller y no abundaremos en ellas.

Ya como segunda autoridad del Estado y, por tanto, cabeza del Legislativo, nuestro buen caballero sigue haciendo de las suyas mandándose una tras otra, pero hay dos que valen por mil dadas sus connotaciones.

Como todos sabemos, desde hace casi un año, vivimos en estado de aguante; esto es, una campaña masiva de vacunación cuyo lema es “una dosis de esperanza”. Sumando las gestiones gubernamentales –algunas poco transparentes, a mi juicio- y las donaciones del Imperio, Bolivia, literalmente, tiene vacunas de sobra, al extremo de haber botado a la basura 300 000 dosis de AstraZeneca y, prontamente, hacerlo con 40 000 de J&J. Una de las responsabilidades que asumió para sí el Estado central fue la de la provisión, mientras que los niveles autonómicos se hacen cargo de la parte operativa. Pero el Estado ha descuidado otras dos responsabilidades: la logística y, principalmente, la comunicación. Y ahí tenemos los magros resultados, sobre todo en comunidades rurales.

Uno de los aspectos de la comunicación desde el Gobierno debe ser el propio ejemplo y el Sr. Choquehuanca va a contramano del esfuerzo por alcanzar la inmunidad de rebaño, con su negativa a ser inoculado. Podría, en el espíritu paranoico que caracteriza al régimen, hablarse de sabotaje desde adentro.

La segunda es una clásica “choquehuancada”. En alusión a su noble linaje que lo emparenta con la nobleza incaica, según se dice, este aymara ha invocado a la “Ira del Inca” para conjurar las expresiones ciudadanas, gran parte de ellas provenientes de sus “hermanos” de piel, y lo ha hecho en tono de amenaza, perdiendo toda compostura personal.

En lo conceptual hay al menos confusión en lo dicho por el Vice, puesto que los incas sometieron a la esclavitud a los aymaras, lo que fue muy conveniente para que los españoles, con una manito de algunos aymaras, hicieran lo propio con aquellos. En lo político, esas reminiscencias de sangre develan un aire aristocrático poco acorde con el tiempo democrático.

Terraplanista (anticiencia) y en extremo exaltado (matoncito de barrio bajo), don Covid debe hacer conciencia de las cagadas –una tras otra- que se manda y asumir que en su posición tiene que dar ejemplo de acompañar la política sanitaria y dar señales de templanza para no crispar más el ambiente social.

¡Cálmese y vacúnese, señor Choquehuanca!


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