miércoles, 28 de mayo de 2025

Soniandrónicopa (MAS de lo mismo)


Las rencillas internas motivadas por intereses particulares entre jerarcas del régimen harían pensar que, finalmente, dado que su principal figura ha quedado fuera del escenario -aunque sigue dando batalla mediante llamados a la convulsión si no se sale con su gusto-, Bolivia se habría, por fin, librado del monstruo que le infligió un daño inconmensurable.

Nada más lejano de lo cierto: el monstruo ahora aparece con tres cabezas visibles y algunas encubiertas. Vale decir que tres personajes criados a imagen y semejanza de Evo Morales Ayma pretenden continuar en el poder. Se trata de una dispersión relativa que, probablemente, tienda a reconcentrarse en una posible segunda vuelta, si acaso logra meter una de sus cabezas en ella. Lo hará por puro instinto de conservación en aras de reproducirse. De ocurrir algo así estaremos atestiguando lo impensable hace no mucho: el “voto útil” masista. Siendo optimista, y con un voto opositor también reunido, no le alcanzaría para ello. Todo depende de que el soberano caiga en cuenta de que, a pesar de la imagen joven/renovador/mujer que presenta este Cerbero es solo una extensión del proyecto más nefasto que se produjo en nuestro país. Y por más que, a efectos electorales, intenten diferenciarse, son exactamente igual de funestos para el futuro.

A su turno, sin éxito, cada uno de estos “evitos” intenta darle otra cara al “proceso”. En realidad, es la misma cara -con caras no del todo “nuevas”, puesto que vienen de medrar del Estado más de una década-. Al que más le cuesta romper el cordón umbilical con el jefazo es al señor Rodríguez.

Para certificar lo dicho hay que ver dos aspectos: sus “propuestas” y los sujetos que los rodean. En cuanto a lo primero, las tres cabezas pregonan una fe ciega en la “mátrix”: el infame proceso de cambio.

Rodríguez lo hace explícitamente: “No venimos a romper lo construido” cuando de lo que se trata es, precisamente, de desembarazarse de toda la podredumbre que ha generado el régimen durante veinte años. “Potenciar las empresas públicas”, las causantes de un desangramiento de recursos, es una de las “grandes ideas” compartidas dentro monstruo tricápita, así como el mismo léxico rancio: “organizaciones sociales”, “Estado plurinacional”, “revolución cultural”, etc.

Vayamos a lo segundo: el entorno.

Sonia está rodeado de los restos del tilinismo: empleados públicos, empezando por ministros y terminando en supernumerarios cuyo voto no si quiera está asegurado, a menos que ejerza un control-chantaje. De las tres, es la cabeza más pequeña, pero tiene algo que las otras no: un manejo residual de los órganos públicos, incluidos los más sensibles en el proceso electoral: el TSE y el TCP -el intruso desagradable- y cierto margen de operación para un desaconsejable fraude.

Rodríguez es la creatura del infame García Linera, cuyo distanciamiento del jefazo parece ser circunstancial, a decir de la candidata a Vicepresidenta en la dupla: “Sigo considerando mi jefe a Evo”. Cabe mencionar que dos promotores de la candidatura de Rodríguez se encuentran con “licencia”: Mario Cronenbold, siempre al borde de la sospecha e Israel Quino, consejero político de aquel, investigado por abuso sexual.

Finalmente, el de Copa: Iván Lima, evista-arcista-copista, principal gestor del putrefacto estado de la justicia actual y de otras maravillas, nada menos que su Jefe de Campaña; y el émulo de Linera, un campeón de la acomodación, nada menos que su acompañante de fórmula.

El monstruo en cuestión se llama Soniandrónicopa. MAS de lo mismo. 

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

Estragos ocasionados por el "fuego amigo"

 




Auspiciosas. Así se veían las perspectivas para este año, cuando, a finales del pasado, se anunciaba la construcción de un bloque de unidad a partir de un acuerdo entre líderes que habían manifestado su intención de terciar individualmente en las elecciones generales a celebrarse el 17 de agosto. No solo eso: invitaban también a otros a sumarse al esfuerzo de unidad.

Demasiado bueno para ser cierto, y aunque hubo gestos de auténtico compromiso con el bien mayor -renuncias que parecían potenciar el proyecto- el ambiente interno comenzó a enrarecerse.

La forma de zanjar la elección del “número uno”, aunque poco ortodoxa, al gozar del consentimiento general lucía como un recurso idóneo: tres encuestas reservadas, bajo el compromiso de no difusión de las mismas y una vez conocidos los resultados, la designación de candidato de unidad, decisión que a esas alturas se había reducido a dos participantes, quienes ya habían comenzado lanzarse dardos públicamente.

En la antesala de darse a conocer el nombre del favorecido -aunque persisten dudas de si realmente hubo encuesta, dado el secretismo del proceso, cosa que al momento carece de importancia por lo que ocurrió ese instante- sucedieron dos hechos: Una encuesta pública -la de red Uno- mostraba a Doria Medina ligeramente por encima de Quiroga, lo que puso nerviosos a los asesores de éste y, casi simultáneamente, el TSE emitía la normativa para la realización y difusión de encuestas.

Convenientemente, Quiroga anunció su alejamiento del bloque de unidad alegando que ya no era tiempo de encuestas, como si la encuesta del esquema unitario fuera a hacerse pública y, por supuesto, lo hizo disparando munición de alto calibre contra el contrincante.

Hasta la fecha, contrariamente a los “temores” de Quiroga y compañía, no se conoce, repito, tal encuesta. Además, habiendo permanecido en el bloque uno solo de dos posibles nominados, resultaba hasta innecesaria la realización de aquella. Por defecto, Doria Medina se hacía de la candidatura.

A partir de entonces, no cesaron las mutuas recriminaciones entre ambos. Lo curioso es que, en determinado momento, desde el campamento del expresidente, ya en calidad de candidato, se le pedía al candidato por el bloque de unidad que mostrara la encuesta, cuando fue justamente la susceptibilidad de que se filtrara, incurriendo en la ilegalidad y posterior inhabilitación, el argumento que Quiroga utilizó para zafar de la unidad.

El más reciente episodio de hostilidad al interior del bloque fue la difusión de la infame “lista negra” que Luis Fernando Camacho, pieza fundamental del esquema unitario, colocó, cual bomba de tiempo, en el cuartel del equipo. El “fuego amigo” volvió a estremecer los cimientos de lo que quedaba del edificio.

Vamos a convenir en que, sobre todo por la posición sensata de Vicente Cuéllar, la construcción ha resistido, aunque ha sufrido graves fisuras que con seguridad repercutieron en la intención de voto, aunque podría esperarse que las aguas se calmen dentro del, sin duda, único esfuerzo serio de unidad de parte del campo democrático. Buena parte de lo que se podría ocurrir para remontar el mal momento, descansa en una adecuada elección de los acompañantes. Si dicha (s)elección refleja un auténtico cuadro de unidad, podría revertirlo.

Por otra parte, ya se avizora una estrategia del régimen para, a pesar de sus resquemores internos, no soltar el poder. Es tiempo de detener el “fuego amigo” y apuntar a donde corresponde.